Desde un principio quedó claro que la devaluación drástica del mes de diciembre, acompañada de una inflación que amenaza con llegar al 100% acumulado en sólo 4 meses y un dólar “planchado” con una regulación de sólo el 2% mensual podría convertirse en un cóctel explosivo para las expectativas de un gobierno que necesita recaudar a toda costa –sobre todo en divisas- como el agua en el desierto.
En las estimaciones de los funcionarios de Economía actuales nunca se puso en duda que, a partir del mes de abril, las ventas de la cosecha gruesa alimentarían generosamente las arcas estatales. Sin embargo, desde un primer momento se planteó la duda sobre la disposición de los productores a vender sus cosechas, más allá de lo indispensable para el pago de deudas y para montar la próxima siembra. De hecho, los altísimos niveles de inflación propiciados por la actual gestión para absorber los pesos de la sociedad con un dólar estancado, sumado a la caída de los precios internacionales, ha tenido como consecuencia que los ingresos actualizados por unidad de medida sean más bajos hoy que los obtenidos durante la de Sergio Massa. Con los agravantes de que la destrucción del consumo ha impactado drásticamente en la recaudación, por lo que este viernes el Estado no pudo adquirir dólares en el mercado, y de que a partir de abril debería empezar a soltar dólares a los importadores para pagar las deudas procrastinadas.
A diferencia de lo que se sostiene públicamente, el gobierno ha continuado con una emisión hiperactiva de divisas sin respaldo para pagar pases y otras herramientas financieras. No son pesos físicos sino operaciones contables, pero que podrían convertirse en físicos si los acreedores se negasen a renovar las deudas que el Estado mantiene con ellos.
Prácticamente todo el arco de economistas no “ensobrados”, de Cavallo a Broda, de Axel a Dal Poggetto, han sostenido que las políticas de Caputo, como siempre, tienen como principales beneficiarias a la especulación financiera que termina e fuga de capitales. Mientras tanto, el campo apoya en voz alta al presidente y le formula duros reclamos por lo bajo. El último en hacerlo fue el presidente de la Federación Agraria Argentina, Carlos Achetoni, quien sostuvo que la producción se volvió algo «complicado», y exigió la devaluación y la quita de retenciones para «dar un estímulo al productor para que siembre».
En medio de la crisis económica que atraviesa el país, el campo le envió un mensaje al Gobierno. Carlos Achetoni, presidente de la Federación Agraria Argentina, exigió mayor «certidumbre» y la eliminación de las retenciones.
Este dirigente sostuvo que «no hay una línea clara» y que el sector «debe tener proyección» para poder producir. Como no la hay, el productor «se resguarda». «En la incertidumbre, el productor tiende a producir más. Pero con la caída de precios internacionales y la inflación, que ha hecho más caros los insumos, se volvió complicado»-
Las señales sobre el “resguardo” de los productores ante una política oficial que no los beneficia se comprobó en la compra récord de silobolsas en la última Expoagro, y en el bajo nivel de tránsito de camiones hacia el puerto de Rosario de los últimos días. ¿Reculará una vez más el gobierno o se mantendrá firme en sus políticas? Los especialistas arriesgas que tal vez pueda mantenerse con las ventas de pequeños y medianos productores entre abril y junio, pero que, a partir de entonces, los que deberían liquidar serían los grandes productores, con espaldas más firmes y capacidad económica de resistir. Allí, si, el brazo de la gestión sería torcido. Fuerte con los débiles, débil con los fuertes, tal el axioma que rige al gobierno de Javier Milei.