• 03/12/2024 14:48

Pacto de Mayo” en julio. Apocalíptico y reptantes

Jul 13, 2024

Finalmente Javier Milei tuvo su foto de gobernabilidad. Con 19 gobernadores que se arrastraron hasta Tucumán para tratar de conseguir un mendrugo de pan y unas monedas para tratar de postergar el colapso social en sus provincias, que se prestaron a aparecer como fondo de comparsa para las delirantes afirmaciones presidenciales, el mandatario pudo completar su objetivo deseado: con la Ley Bases y el Paquete Fiscal aprobados, la sumisión de los jefes de Estado provinciales completaron la imagen que precisaba para demostrar, en el plano internacional y al interior de la Argentina, que es posible quebrar a la Nación y condenar a la pobreza y a la miseria a la mayoría de sus habitantes sin morir en el intento.
El eje de su alocución fue la determinación de fundar un «Estado mínimo», con la propiedad privada como «principio básico de la sociedad». Ni la salud ni el bienestar general: la propíedfad privada. Habló de problemas heredados de «magnitudes biblícas», invocó a las “fuerzas del cielo”, e ignoró, con la complicidad general, la profundización de la crisis económica y social que atraviesa la Argentina que provocó deliberadamente su gestión.

Un Milei empoderado sólo prometió más sufrimientos y precariedad para los trabajadores, recomendándoles que «es hora» de que «acepten» que no hay «nada mejor» para ellos «que un empresario». La aceptación de la sobreexplotación para que otros se apropien de su esfuerzo, sin vuelta de rosca.
Para los serviles gobernadores firmantes también hubo garrotazo, merecido en sus casos ya que actuaron como manso ganado en marcha hacia el matadero. A ellos les recriminó que hay un «laberinto» de impuestos provinciales y un exceso de empleo público que deben eliminar. Y, por si con eso no bastara, sentenció que «la dirigencia política y sindical ha querido tapar el sol con la mano».
Tal como viene sucediendo hasta ahora, Milei los insulta y descalifica y ellos le dan la razón. Agachan la cabeza convalidando sus afirmaciones e, inmediatamente, ratifican su respaldo y le suman los legisladores nacionales indispensables para avanzar en el saqueo.
Milei anunció que el gasto público bajará del 40 al 24%. Si con el 40% la pobreza trepó a casi el 60% y la indigencia al 20%, ¿qué panorama podría esperarse con sólo el 25%? ¿Con qué recursos podrían gestionar los gobernadores si a esa reducción se le suma la reducción significativa de impuestos provinciales y el hachazo requerido sobre el empleo público? ¿Tendrán idea del daño que generan a la sociedad, a sus propias figuras y a la consideración de la política por parte de la sociedad en la medida en que este plan de destrucción avance?
Lo más llamativo del caso es que estos gobernadores que convalidaron el fortalecimiento político de Milei tomaron su decisión de hacerlo en la peor hora del actual gobierno en el plano económico y financiero. El Plan de Caputo fue impactado debajo de la línea de flotación; el tristemente recordado Federico Sturzenegger volverá a hacer de las suyas, con las consecuencias previsibles que permiten arriesgar sus nefastos antecedentes, los mercados le niegan ayuda al gobierno y los dólares alternativos se disparan exigiendo una nueva devaluación, que deteriorará aún más los indicadores sociales y económicos. No le importó nada de eso al coro de aplaudidores, sólo preocupados en preservar su metro cuadrado hoy, sin evaluar qué pasará mañana.
No fueron los únicos asistentes: también estuvo allí Mauricio Macri, obligado por su necesidad de no aparecer como opositor ante el electorado que lo ha abandonado. Lejos de reconocerlo, Milei lo humilló: no se le permitió ingresar a la Sala en la que se firmó el Pacto. Lo dejó “chupando frío” afuera.
La que pegó el faltazo, en cambio, fue la vicepresidenta, Victoria Villarruel, alegando padecer un “fuerte estado gripal” que le impedía exponerse a las bajas temperaturas. Sea cierto o no, no apareció en la foto. La ausencia podrá resultarle favorable o desfavorable según cómo evolucione el proceso político y económico en lo sucesivo. Pero tiene una certeza a su favor: si Milei termina colapsando, los mismos serviles de ayer se inclinarán ante su autoridad, más allá de qué sea lo que proponga o en qué términos lo haga.