Tras una drástica caída experimentada entre julio y septiembre, que según las encuestadoras le significó llegar a un piso de 38 a 40 puntos positivos, la imagen de Javier Milei recuperó entre 10 y 12 puntos en el mes de octubre, tras una caída continuada entre junio y septiembre, colocándose en torno a los 50 puntos. La imagen negativa, en tanto, experimentó una caída similar, que al presente oscila en torno de los 40 puntos.
¿Qué pasó para que esto sucediera? Si tomamos, por ejemplo, la última encuesta de la consultora del ultraoficialista Jorge Giaccobe, esas variaciones resultan convalidadas. Pero, llamativamente, en el informe se destaca que esa recuperación se ha producido a pesar de que quienes lo respaldan admiten que Milei sigue sin cumplir con algunas de sus promesas de campaña.
Pese a que el gobierno ha decretado la domesticación de la inflación y el fin de la recesión, los encuestados distan de darlo por hecho. Los tres puntos más destacables que encuentran son haber ordenado la calle, la política de la motosierra y combatir la inflación. Sin embargo, ninguno de estos tres ítems supera el 44% de aprobación. ¿Qué es lo que permite explicar la diferencia entre la aprobación de los “logros” de Milei y la que se destina a su imagen?
La misma encuesta parece dar la clave de la respuesta; Axel Kicillof y Cristina Fernández apenas suman el 28,9% y 25,7%, respectivamente.
Ya que la aprobación creciente de Milei no surge de la aprobación de sus resultados económicos, los argumentos deben ser explorados por el lado de la grieta. Mientras que Cristina Fernández se mantuvo en relativo silencio y casi retirada de la política activa, la sociedad comenzó a cuestionar las políticas de Milei, sobre todo a partir del mes de junio, con un incremento de velocidad vertiginoso. Pero bastó que la Cámpora saliera a torpedear a Axel Kicillof y que Cristina irrumpiera con sus métodos característicos para destruir la candidatura de Ricardo Quintela a la presidencia del PJ Nacional para que quienes se habían permitido mirar con objetividad la gestión Milei y le retiraron su apoyo volvieran a agazaparse en la lógica amigo-enemigo tradicional desde hace más de una década. De este modo, el temor a un eventual retorno de Cristina es mayor al que generan las políticas de ajuste sistemático de Javier Milei.
A la ex presidenta y a su príncipe heredero no les importan demasiado las consecuencias de su ambición ilimitada y de sus manejos coactivos y autoritarios: sólo los desvela el poder, aunque esté asociado con la derrota. Para Milei, en cambio, es una noticia excelente saber que Cristina blinda incluso las consecuencias más brutales de sus políticas, por la pésima imagen que ha generado en la mayoría de los argentinos.
Al día de hoy, ambos han conseguido sus objetivos: Cristina es presidenta del PJN y Milei ha visto recomponerse su imagen –vital en un presidente sin capital legislativo propio- sin tener que hacer nada. Cristina, como siempre, lo hizo todo. Y, como siempre, la Argentina no deja de lamentarlo.