El juez supremo Ricardo Lorenzetti rompió su silencio luego de haber sido derrotado políticamente en su intento de incorporar a Ariel Lijo y Manuel García Mansilla a la Corte Suprema, para de ese modo quedarse con el control del tribunal supremo de la Argentina. Las seguridades que ofreció inicialmente a Javier Milei sobre la designación de los nuevos supremos se derrumbaron como un castillo de naipes, arrastrando en su caída al gobierno nacional, que quedó atado a un fracaso innecesario.
Pero Lorenzetti, como el resto de los supremos, no sólo es un juez, sino que, ante todo, es un político de pura cepa, que entiende que no puede mantenerse en la situación de debilidad que le provocó el affaire Lijo. Debía salir a dar un golpe de efecto, y vaya si lo hizo. En una entrevista televisiva adelantó que la Corte Suprema tiene previsto expedirse sobre la causa Vialidad, que inhabilitaría a Cristina para ejercer cargos públicos.
Sin anestesia, Lorenzetti aseguró que la sentencia sobre Cristina podría dictarse antes de las elecciones legislativas en la Provincia de Buenos Aires: «No hay ninguna razón para demorarlo más», sentenció. .
Y agregó que: «La Corte tiene que analizar si está bien o mal denegado el recurso extraordinario. Si está bien, se abre el recurso y comienza la revisión. Si no, queda firme». En el mes de febrero la ex presidenta había presentado un recurso de absolución, denunciando un extenso listado de supuestas irregularidades que habría tenido el tratamiento de la causa.
«No deberíamos demorar mucho, es importante la imparcialidad»-aseguró Lorenzetti. «No podemos politizar esto, ni decir que estamos de un lado ni del otro», agregó, aunque su asociación entre la realización de las legislativas bonaerenses y la publicación del fallo sugieran exactamente lo inverso.
Si aún no ha habido sentencia, argumentó Lorenzetti, se debería a que «En la Corte, actualmente, tenemos una enorme cantidad de casos muy variados y relevantes. La causa de Vialidad es una mega causa, entonces, hay apelaciones, recursos de queja de quienes están en la causa». Una vez más, la precisión al momento de adelantar una fecha para el veredicto, relacionada con una instancia electoral, invita a elaborar toda clase de sospechas.
Otro elemento que contribuye a poner en cuestión los dichos de Lorenzetti es el silencio de los otros dos supremos, Horacio Rosatti (Presidente) y Carlos Rosenkrantz (Vicepresidente) sobre la cuestión. No parece razonable que el encargado de lanzar la bomba sea un juez que está en minoría en el organismo, enfrentado con sus pares y que viene de una rotunda derrota política con la denegación de designación de sus candidatos por parte del Senado de la Nación,
En el ámbito judicial se pone en cuestión la veracidad de las declaraciones de Lorenzetti, adjudicándolas a una operación de prensa para instalar la causa Vialidad en la agenda ante la necesidad del gobierno nacional de realizar una exitosa elección en la Provincia de Buenos Aires para fortalecer el respaldo de los mercados. Más aún si una decisión judicial dispone la jubilación institucional de la ex presidenta, quien es percibida como el último obstáculo a superar para terminar de imponer el modelo de especulación financiera, primarización de la economía e informalización de los trabajadores. O, como lo ha definido el ministro Luis Caputo, la “peruanización de la sociedad argentina”.
Lorenzetti ya lanzó la granada. Resta saber cuál será su impacto. Y si bien desde el gobierno y de los medios que le garantizan blindaje hay predisposición para fogonear la cuestión, también queda claro que Lorenzetti no es hoy en día una figura prestigiosa como para sumarse a sus iniciativas sin costo. El supremo parece haberse cortado solo al encender la mecha: habrá que ver cuál es el coro mediático y político que consiga provocar.