Cristina Fernández ha comenzado a atravesar las puertas del cementerio. Mira alrededor y comprueba que se está quedando cada vez más sola. ¿Quién querría acompañarla en el tramo final de su decadencia, después del maltrato que sistemáticamente dedicó a quienes la acompañaron?
Sergio Massa ya avisó que el Frente Renovador tendrá una representación legislativa propia. Gerardo Zamora se cortó solo. El salteño Gustavo Sáenz y el misionero Carlos Rovira, referentes de dos provincias en las que el PJ está intervenido, coordinan el flamante bloque de Innovación Federal, y están a punto de sumarse el catamarqueño Raúl Jalil -con sus cuatro diputados- y Osvaldo Jaldo, que suma otros tres. Pero eso no es todo: también Alberto Rodríguez Saá evalúa integrarse a este espacio parlamentario con sus legisladores. Lo que queda en claro es que está decidido a romper con Fuerza Patria.
Con estas fugas, el bloque de Cristina en Diputados por control remoto a través de Germán Martínez quedaría con 94 escaños, dos apenas por encima de los 92 de LLA. Si tiene nuevas pérdidas perdería incluso la condición de primera minoría. En el Senado, la situación es aún más desesperante. El puntano Fernando Salino preside el sub-bloque Convicción Federal en el Senado, integrado también por la jujeña Carolina Moisés, el riojano Fernando Rejal y el catamarqueño Guillermo Andrada. Por ahora continúa en el interbloque liderado por José Mayans y Juliana di Tullio, con línea directa de Cristina, pero con agenda propia.
La ex presidenta, por su parte, no sabe ya cómo hacer para llamar la atención y tratar de desviar las miradas del naufragio que se desató a su alrededor. Su bailecito en el balcón de San Telmo la noche de la derrota en las intermedias fue una pésima señal para quienes aún tenían dudas sobre seguir acompañándola. Sus ataques constantes a Axel Kicillof, en medio de su pelea frontal con Javier Milei, agregaron un nuevo elemento de disconformidad, sumadas a las absurdas morisquetas de su hijo Máximo, cada vez más encadenado con Guillermo Moreno.
Mientras tanto, la causa Cuadernos avanza, pero ella no se dignó a cuestionar la decisión de retorno a prisión efectiva de Julio de Vido, a quien entregó en bandeja durante la gestión de Mauricio Macri. Desesperada, mantiene comunicación constante con Karina Milei para tratar de evitar terminar tras las rejas. Acepta todo lo que le exigen: bombardear a Axel, acompañar la designación de jueces e, incluso, respaldar la reforma constitucional que cranea el gobierno para extender el mandato de 4 a 6 años.
No queda nada ya de Madame Guillotine. Más bien parece acomodar su cabeza dentro de la máquina ejecutoria que inventó en tiempos de la Revolución Francesa el médico Joseph Ignace Guillotin para humanizar las ejecuciones, y terminó convirtiéndolo en su propia víctima.
Cristina contra las cuerdas. Sola, como loca mala
