Por Ana María T. Pardo
La súper crisis que atraviesa el mundo y Argentina en particular, cuyos resortes se activan con anterioridad a la pandemia, pero que indudablemente la agravó más aún, nos conducen a tratar de encontrar explicaciones a los viejos problemas no resueltos y a los nuevos que, al combinarse con los anteriores, han puesto en aprietos a todos los teóricos, obligándolos a pensar explicaciones y respuestas y, si fuese posible, soluciones. Para ello, como se dice, algunos comenzamos a caminar alrededor de los enigmas, tratando de no seguir lamentándonos en más elucubraciones sobre: ¡Cómo es que llegamos hasta aquí! En fin…
Todo tiene que ver con todo y, con este preconcepto se logran asociaciones no tan lejanas, solo pareciera que se necesitaba el confinamiento del 2020 y este nivel de crisis para ir decantando algunas ideas. En esos pensamientos estoy mientras sigo con mis conferencias que tratan sobre el conocimiento científico, tema sobre el que siempre estoy leyendo, cuando de repente encuentro que Einstein le dijo a un científico argentino que encontró en un evento en Alemania: “Si ustedes tienen muchos como Gaviola, van a ser una potencia”. Me pareció muy curioso este comentario por varias razones. En primer lugar, porque hemos tenido a varios personajes muy conocidos, entrañables y brillantes como Gaviola en distintas áreas, aunque éste particularmente ha sido muy arisco a la exposición en su tiempo. Por el otro, menos mal que Einstein generó teorías físicas y no políticas en Argentina, porque en esto le erró por mucho. Pero más allá de mis interpretaciones personales con respecto a la capacidad de anticipación política de Einstein, encuentro que Gaviola, daba mucha importancia a los aspectos éticos en la formación de intelectuales y era intransigente en lo que respecta a reglas morales.
El Dr. Ramón Enrique Gaviola nació el 31 de agosto de 1900 en Rivadavia, en la provincia de Mendoza, es decir que pronto se cumplen 123 años de su natalicio, y murió en el 7 de agosto de 1989. Cursó estudios secundarios en la Ciudad y luego se trasladó a La Plata para continuar sus estudios universitarios en agrimensura. Pero rápidamente su interés por la física y la generosidad de uno de sus profesores, Richard Gans, quien lo postuló para continuar estudios en Alemania, lo impulsó definitivamente al mundo de las ciencias físicas.
Mario Bunge relata que Gaviola tenía una serie de preceptos respecto de la actitud y la ética que debe tener un buen investigador y que él era el primero en cumplirlas, desde la honestidad intelectual hasta la integridad profesional, además, siempre se las recordaba a sus estudiantes bajo la denominación de Los Diez Mandamientos del Método Científico:
- No robarás
- Intentarás refutarte
- No fabricarás tus datos, ni mejorarás tus resultados retocando placas o películas
- No engañarás en la demostración de tus teoremas
- No ocultarás información
- No dejarás de investigar problemas que puedan molestar al ‘establishment’.
- No recurrirás al argumento de autoridad
- Al hacer un experimento no tratarás de demostrar la bondad de una teoría o modelo sino su validez
- Al exponer un resultado experimental no forzarás los límites de validez de la teoría o modelo para obtener un mejor acuerdo
- No enviarás un trabajo antes de levantar todas las objeciones que tú u otro hagan del mismo
Sin duda, lo retomo siempre porque además de compartirlo, tengo una profunda admiración por el Dr. Enrique Gaviola.
La otra curiosidad es que no hace tanto, el 19 de junio de 2020 se hizo la imposición del nombre “Dr. Enrique Gaviola” al Centro Regional de Educación Superior de Rivadavia, su pueblo natal. En ese centro educativo, emplazado en lo que quedó del ferrocarril, funcionan algunas carreras superiores, primeros tramos de ingeniería de la UTN, tecnicaturas universitarias del Instituto Universitario de la UNCuyo y una sede de un instituto superior que tiene también tecnicaturas.
Gaviola amaba el progreso y era muy crítico del sistema educativo.
En uno de sus retornos a la Argentina, en 1929, inició una prédica por el desarrollo científico del país y ocupó importantes cargos, como el de Director del Observatorio Astronómico de Córdoba, participó en la creación de la Asociación Física Argentina y del Instituto de Matemática, Astronomía y Física de Córdoba, y el proyecto originario del actual Instituto Balseiro. Fue profesor en la Universidad de Buenos Aires y en la de La Plata.
Los trabajos de Gaviola en astrofísica, técnicamente revolucionarios, fueron fundamentales para la ciencia mundial.
Entre los jóvenes discípulos de Gaviola y Beck se cuentan a José Balseiro, Jorge Agudín, Ernesto Sábato, Mario Bunge y Alberto Maiztegui.
Fue el primero que propuso la creación de un Consejo Nacional de Investigaciones (actual Conicet) y bregaba por la necesidad de enviar a estudiantes avanzados al exterior con el objeto de gestar una reforma en la educación universitaria argentina.
Gaviola siempre estaba en conflicto con las autoridades. Era un hombre que no se callaba, era un hombre muy recto, muy frontal y su código ético lo llevaba a discutir con las autoridades, militares y civiles.
Fue un hombre inquieto y comprometido con los avatares de su época. También, gracias a Gaviola muchos científicos europeos fueron rescatados de la amenaza del nazismo.
Más allá de las curiosidades que nos despierta la figura del Dr. Enrique Gaviola como Físico y docente, sólo hacer referencia que en el Centro de Estudios que hoy lleva su nombre, evidentemente se debe estudiar física, porque las tecnicaturas son en Petróleo y Gas, Minería y otras. Pero donde se estudia silenciosamente el Profesorado de Física para el Nivel Secundario, es en el Instituto de Formación Docente y Técnica “Profesor Francisco Humberto Tolosa”, la histórica ex Escuela Normal de Rivadavia, que viene formando desde hace años a un puñado de jóvenes que eligen esa carrera, con el empuje de profesores, que me consta, les hablan de Gaviola como ejemplo a seguir y quizás así, y en función de los políticos que se elijan en el país, la provincia y en el municipio, consigamos “Más como él para ser una potencia”, y entonces se cumpla la predicción de Einstein.
Ana María Trinidad Pardo. Dra. en Educación, Mgtr. en Evaluación, Lic. y Profesora en Educación. Docente e Investigadora.