Tras su victoria en las PASO, Javier Milei, el candidato presidencial por La Libertad Avanza , insistió con sus propuestas más radicalizadas sobre educación. En materia educativa, su proyecto apunta a volver a la Argentina de 1874, cuando se sancionó la Ley 1420 que dispuso la educación gratuita y obligatoria en nuestro país. Para el libertario, la educación debería ser optativa y regirse por la lógica del mercado: sólo podrían estudiar quienes puedan pagar sus estudios. Como correlato pretende privatizar el sistema escolar: “Aquellas escuelas que no brinden un buen servicio, quebrarán”.
El Plan de Gobierno del diputado nacional y candidato a presidente, incluye un sistema de “vouchers” educativos, que será un monto de dinero determinado, el cual se entregaría a las familias para que ellas mismas elijan el colegio o institución en la cual estudiar. Claro está que, si la lógica es la del mercado, las tarifas se determinarían por un sistema de oferta y demanda, que incluye un porcentaje de beneficio, sin el cual la educación dejaría de ser un negocio, por lo que invariablemente colapsaría. De este modo, el dinero de los vouchers no alcanzaría para pagar las cuotas, por lo que condenaría a la mayoría de los niños de las clases subalternas a la ignoracia.
“Nosotros queremos avanzar hacia un modelo de libre elección y competencia en la educación. Para eso promoveremos, en acuerdo con las provincias, programas piloto de educación pública a través del sistema de vouchers, donde los argentinos puedan seguir teniendo educación.”, sostiene.
También explicó que, a su juicio, la educación no debe ser obligatoria. “El sistema de la obligación no funciona. Si querés estudiar, vas a tener un voucher y vas a poder estudiar. El tema de la obligatoriedad es querer controlar a los seres humanos e imponer tu patrón moral. El que quiera estudiar, estudia, pero obligar no me gusta”, comentó. El problema es que los estudiantes, al no contar con recursos propios, dependerían de la capacidad y decisión de sus mayores para poder estudiar. De este modo, no sólo violentaría las disposiciones constitucionales en materia eduativa; también eliminaría la igualdad de derechos en nuestra sociedad.
Para Milei, “el sistema educativo tiene que promover la competencia. Lo mejor es darle un voucher al estudiante para que elija donde quiere estudiar. Vas a tener educación pública y educación privada. La diferencia es que no vas a ser rehén del adoctrinamiento del Estado”. De este modo, ambas alternativas educativas serían aranceladas, y las calidad educativa dependería de la posibilidad de afrontar las tarifas en uno u otro caso.
“En el mundo ideal, vos podés tener un sistema de vouchers, vos estudiás y te doy los vouchers. Yo te lleno una tarjeta para que vos pagues la institución a la que quieras ir. Podés ir a una de gestión estatal o privada. Elegís la que te dé la gana”. Pero incluso esta propuesta resulta engañosa, ya que Milei está dispuesto a distribuir un monto básico, por lo que no habría libre elección sino necesidad de adecuarse al monto del voucher para poder pagar las tarifas.
Milei sostiene que “en lugar de darle el dinero a las escuelas se la daremos a los individuos. La cantidad de plata es la misma, pero en lugar de dárselas a las instituciones, se la daremos a las familias”. Claro está que, si elimina el requisito de la obligatoriedad, aniquila esa fabulosa herramienta que posibilita el ascenso social y la armonía en la sociedad. Milei propone volver a un Estado de Naturaleza, de guerra de todos contra todos, con un único criterio ordenador de la sociedad: el mercado.
“Las escuelas tendrán fondos de los alumnos que decidan participar de esos colegios. Aquellas escuelas que no brinden un buen servicio, quebrarán”, sostiene. Pero también esta afirmación resulta engañosa: no quebrarán las que no brinden un buen servicio, sino las que no resulten rentables.
Tal como sucede en el capitalismo, el pez grande se come al pequeño. “Se crea un mecanismo de competencia. Aquellas instituciones que lo hagan mejor, van a tener mucha afluencia de alumnos, y las que quiebren probablemente pasarán a manos de las que tienen expansión. Es un modelo que genera un círculo virtuoso con mayor calidad educativa.”, afirma. La consecuencia natural será el cierre de la mayoría de los establecimientos, sobre todos los ubicados en barrios populares, donde los niños quedarán librados a la mano de Dios y a la voluntad del narcotráfico.
Según el libertario, “la educación es pública pero nada es gratis. Ahí está la trampa. Alguien lo tiene que pagar y lo hacemos los argentinos pagando impuestos y financiando al Estado”. “Hoy se “financia la oferta. Se reciben los fondos y en lugar de aplicarlos a proveer ese bien y servicio que se busca dar, se lo gasta en política y lo que resta en educación. Lo que queremos es financiar la demanda. Le damos damos el poder a cada individuo para que elija quién le prestará el servicio y poner así a todos los oferentes del sector a competir”. Más que el poder de elegir se condena a la ignorancia, ya que para muchos la educación será un costo imposible de afrontar y para otros, un gasto suprimible.
Finalmente Milei concluye aseverando que “toda la gente que nos dio su voto el domingo pasado nos mostró que, finalmente, no hay ningún derecho garantizado en este país. No hay derechos a la educación, a la salud y menos a la seguridad.” Pero, en realidad, esta haciendo futurismo, describiendo el panorama apocalíptico que propone su eventual gobierno.
Hace mucho tiempo, y ante una ofensiva salvaje del mercado, el educador Derek Curtis Bok formuló su famosa sentencia: “Si cree usted que la educación es cara, pruebe con la ignorancia.” La terrible advertencia es la que muchos argentinos, decepcionados con la política tradicional, es la opción elegida por un 30% de votantes, en su mayoría hundidos en la miseria, sin sospechar que serían las primeras y más terribles víctimas de las políticas del liberalismo salvaje.