Mauricio Macri, como el tero, pega el grito en una parte y pone los huevos en otra. Con esto sólo consigue incrementar las sospechas y los cortocircuitos dentro de JxC. La coalición está virtualmente estallada, y cada cual atiende su juego de posicionamiento hacia el futuro. Muchos piensan que este es su verdadero objetivo. Se cansó de “lo viejo” y aspira, como siempre, a ser parte protagónica del “cambio”. Aunque la sociedad argentina tenga en claro adónde conducen los caprichos del ex presidente.
Este lunes dio una nueva señal de su ambiguo juego. Mientras que Patricia Bullrich intentaba remontar su campaña, entre reproches internos por falta de financiamiento y el “trabajo a reglamento” de la mayoría de los actores de JxC en Lanús y Lomas de Zamora, con la incómoda compañía de un Horacio Rodríguez Larreta con cara de disgusto, y Néstor Grindetti, Diego Santilli, Cristian Ritondo como convidados de piedra, Mauricio Macri viajó al otro extremo del conurbano, intentando pasar desapercibido. No lo consiguió.
El ex presidente apareció de improviso en una lujosa torre de Vicente López a la que concurre regularmente Javier Milei. Aunque hizo lo posible para no ser identificado no tuvo éxito, e inmediatamente cobró vuelo el cacareo en el gallinero de JxC. ¿A qué había ido Macri? ¿Se reunió con Milei? Este último interrogante, más que pregunta es la convicción predominante.
Los últimos días de Mauricio Macri fueron para el olvido. Primero se enfrentó con un periodista cordobés que le recordó que los males actuales de la Argentina se iniciaron con el préstamo injustificado y antiestatutario que tomó con el FMI. Inmediatamente confrontó con el titular de la UCR, Gerardo Morales. Finalmente, participó de un encuentro de la Fundación Libertad, que patrocina a Javier Milei.
Por más que públicamente haya insistido en afirmar últimamente que apoya a Patricia Bullrich, nadie le cree. Hasta su primo candidato, Jorge Macri, le reclamó que “aflojara” con los gestos hacia el libertario, porque ponían en riesgo las campañas de Patricia y la suya propia.
Mauricio les da seguridades a todos y después hace lo que le parece. Su visita a Vicente López de ayer resultó tan sospechosa, que obligó a su entorno a desmentir que se tratara de un encuentro con el libertario. «Mauricio no tuvo ningún tipo de contacto con Milei», afirmaron. Pero esa respuesta fue interpretada como la confirmación de lo contrario.
Como el tero, Mauricio Macri parece pegar el grito en un lado y poner los huevos en otra. Lo que está consiguiendo, hasta ahora, es profundizar la crisis interna de JxC y contribuir activamente a diluir sus escasas chances electorales. A diferencia de lo que pasaba hasta hace algún tiempo, sus (¿ex?) aliados ya no tienen ningún empacho en echárselo en cara. Pero ese parece ser su objetivo: quitarse de encima a quienes “no habrían sabido valorarlo”.