El presidente Javier Milei celebró como “un numerazo” el 13,2% de febrero, afirmando que implica una nueva caída en los indicadores de inflación. Una vez más, la contraposición entre discurso y realidad característica de este gobierno vuelve a reiterarse. En lo que va de la gestión actual, el acumulado llega al 71,3% en sólo tres meses, con un agregado que no debe omitirse: se trata de una inflación en dólares, habida cuenta de la estabilidad de su cotización durante el mismo período, por lo que cualquier modificación en su cotización disparará inexorablemente ese índice. Y la disparada del dólar parece estar a la vuelta de la esquina por diversas razones, y todas ellas señalan a las políticas oficiales.
En una publicación de la Bolsa de Comercio de Rosario se indica que el precio que debería alcanzar el dólar para que se liquide la cosecha –tal como espera el gobierno para incrementar las reservas- debería ser de $ 1550. En caso contrario, se vendería lo indispensable y el resto iría a parar a silobolsas, hasta que el gobierno ceda y la divisa norteamericana se acomode a sus expectativas. La alternativa es clara: o se lleva adelante una nueva devaluación del peso de alrededor de un 60%, o las cuentas oficiales experimentarían una catástrofe, ya que con la política de destrucción de la producción y el consumo interno que impulsan Milei y “Toto” Caputo la recaudación viene cayendo a pique. Tan grave es la situación que por más que el gobierno amague con eliminar el conrol de cambios, en la práctica eso sería imposible, ya que depende cada vez más del impuesto país para hacer caja.
A la presión sobre el dólar oficial que imprimen los agroexportadores debe sumarse la decisión oficial de bajar drásticamente los intereses de los plazos fijos, y dejar su fijación a la decisión de los bancos. Una medida de estas características deja al ahorrista común sin muchas más opciones que correr a los dólares alternativos. Este martes el dólar blue sufrió un incremento del 2,51%, el MEP del 5,60% y el CCL del 4,50%. Sólo en un día. Una tormenta que anticipa tempestades.