• 27/07/2024 01:08

La inflación ya escaló un 71,3% en lo que va del Gobierno de Milei

Mar 13, 2024

Por más que el presidente Javier Milei celebre como “un numerazo” el 13,2% de febrero, ya que implica una nueva caída en los indicadores de inflación, la contraposición entre discurso y realidad característica de este gobierno vuelve a reiterarse. En lo que va de la gestión actual, el acumulado llega al 71,3% en sólo tres meses, con un agregado que no debe omitirse: se trata de una inflación en dólares, habida cuenta de la estabilidad de su cotización durante el mismo período, por lo que cualquier modificación en su cotización disparará inexorablemente ese índice. Y la disparada del dólar parece estar a la vuelta de la esquina por diversas razones, y todas ellas señalan a las políticas oficiales.
En una publicación de la Bolsa de Comercio de Rosario se indica que el precio que debería alcanzar el dólar para que se liquide la cosecha –tal como espera el gobierno para incrementar las reservas- debería ser de $ 1550. En caso contrario, se vendería lo indispensable y el resto iría a parar a silobolsas, hasta que el gobierno ceda y la divisa norteamericana se acomode a sus expectativas. La alternativa es clara: o se lleva adelante una nueva devaluación del peso de alrededor de un 60%, o las cuentas oficiales experimentarían una catástrofe, ya que con la política de destrucción de la producción y el consumo interno que impulsan Milei y “Toto” Caputo la recaudación viene cayendo a pique. Tan grave es la situación que por más que el gobierno amague con eliminar el conrol de cambios, en la práctica eso sería imposible, ya que depende cada vez más del impuesto país para hacer caja.
Pero aún sin considerar la variable dólar, la situación resulta catastrófica. Durante los 90 días de gobierno de Milei las jubilaciones sufrieron una caída real del 24,6% y los salarios promedio de los trabajadores en blanco casi un 18%.
En los últimos 12 meses, la inflación alcanza un indicador del 276,2%, según el reciente informe del INDEC. Incluso durante el período electoral 2023, el incremento de precios experimentó entre el 8,3% y el 18,8%, fogoneado por las promesas de dolarización y la estigmatización de la moneda nacional del candidato de La Libertad Avanza. Pese a ello, siguen estando por debajo de las alcanzadas por la gestión Milei.

Hasta febrero de 2024, el haber mínimo de los jubilados se estancó en la cifra previa de $105.713, a lo que se suma el bono para los que perciben ese haber mínimo, de $ 55.000. Es decir, no sufrieron actualización alguna, lo que generó una caída real de las jubilaciones del 24,6% durante el trimestre inicial del actual gobierno frente a una inflación del 71,3%.
Por su parte el RIPTE, que mide el promedio del salario de los trabajadores estables, en enero de 2024 (último dato disponible), alcanza los $ 555.296, lo cual significa una caída real desde que asumió el gobierno del 17,9%.

Esta caída abrupta de los ingresos repercutió inmediatamente en la actividad económica, a través de una caída en el consumo y de la inversión privada. La situación de las Pymes y del comercio es desesperante, con una caída de más del 30%, y los indicadores sociales de pobreza e indigencia resultan aterradores. Y esto sin contar que el gobierno eliminó partidas claves para sostener el empleo –como la obra pública, los Fondos Educativos, etc., y procrastinó o puso en suspenso el pago de importaciones, los giros a las provincias y hasta las compensaciones a las distribuidoras y generadoras de energía eléctrica, lo cual le sirvió para dibujar los números del ajuste, pero que no podrá repetir a riesgo de generar una situación apocalíptica.
En este contexto, la celebración del gobierno de los datos de inflación de febrero equivalen al baile final en la cubierta del Titanic. Marzo resultará determinante, tanto por los aumentos autorizados y dispuestos por el oficialismo, como por los indicadores que comenzaron a difundirse: una inflación de arriba del 7% para la primera semana, y del 10% para los primeros diez días del mes. Mal que pese, la realidad siempre termina aniquilando los discursos que pretenden disfrazarla.