Si en algo están de acuerdo los economistas de todas las escuelas es que la política económica de Milei-Caputo es un pasaje de ida a la catástrofe. Con las reservas en rojo y en medio de un absurdo intento de vaciarlas aún más para evitar que se siga disparando la brecha entre el dólar oficial y los paralelos, el ministro de Economía viajó a la reunión del G20, en Brasil, para tratar de conseguir fondos frescos para emparchar esos números negativos. Pero, como era de esperar, fracasó: ni el FMI ni el Tesoro de los EEU le dieron los dólares que fue a buscar.
Caputo viajó a la cumbre del G20 con la mira puesta en tratar de conseguir dólares para tratar de sostener su inviable programa económico, que sólo durante este viernes le hizo perder casi 100 millones de dólares de reservas del Banco Central. El G20 es una cumbre que reúne a ministros de economía, banqueros y organismos multilaterales de crédito de todo el mundo. En la agenda del funcionario argentino estaban anotadas la titular del FMI, el presidente del Banco Mundial y la secretaria del Tesoro norteamericano.
Pero Caputo no consiguió nada y debió volverse con las manos vacías. Ni siquiera del Banco Mundial o del BID, organismos que generalmente respaldan a los países en apuros con líneas de crédito de hasta USD 500 millones para programas dirigidos a sectores vulnerables. Sergio Massa consiguió reiteradamente su colaboración, pero Caputo chocó contra una pared.
La reunión con el FMI fue un fracaso total. Apenas si Cristalina Georgieva posteó en X: «Reunión constructiva con el ministro Luis Caputo en Río»; aclarando a continuaci´pon que «discutimos el sólido desempeño en la lucha contra la inflación, la consolidación fiscal y el apoyo a las personas más vulnerables». De dinero fresco o conversaciones para un nuevo acuerdo, nada.
Desde Río de Janeiro se filtró, además, que «Caputo pensaba que al menos se iba a poder traer aunque sea algo del BID. Lo mandó a Pablo Quirno a tantear con el brasileño, que le dió vuelta la cara. Por eso Caputo suspendió la reunión con Ilan Goldfajn».
Le quedaba finalmente la opción del Tesoro Norteamericano, algo muy poco probable, tal como era de esperar por dos razones: el Tesoro sólo lo hizo una vez, con México, durante el Tequila; la segunda es que el apoyo del gobierno argentino a la candidatura de Donald Trump le cierra las compuertas de la actual administración.
Ni siquiera consiguió el apoyo de Janet Yellen, la titular del Tesoro, para conseguir un trato más favorable del FMI. A la salida de la reunión, la funcionaria posteó en X en términos llamativamente similares a los de Georgieva: «Se discutió el progreso de la desinflación y el esfuerzo para atender a los mas vulnerables».
Caputo fue por lana y terminó esquilado. Sólo consiguió cuestionamientos a su absurda política económica y financiera, que se fortalecen por la pésima imagen del ministro argentino en el mundo financiero internacional.
Tampoco lo ayudó la demencial política exterior de la Argentina, consistente en pelearse con sus principales socios comerciales y negar la importancia de obtener acuerdos comerciales, productivos y financieros a través de la mediación del Estado.
Tal como le sugirió el FMI, “Van a tener que abandonar la escuela austríaca y agarrar el manual del monetarista”. Y, sobre todo, dejar de utilizar a la Argentina como plataforma de lanzamiento para un irracional sueño de liderazgo de la derecha internacional, para lo cual Milei está decidido a sacrificar la vida y el futuro de los argentinos.