Javier Milei decidió recurrir a la cadena nacional el viernes pasado, preso de la alteración de ánimos que invadió a su gobierno durante las últimas semanas, producto de varios impactos negativos entre los que se destacó el hecho sobresaliente de las 12 votaciones en contra de la Cámara de Diputados. La decisión parece inoportuna, una expresión más de debilidad que de fuerza, pese a que su objetivo fue el de confirmar la determinación de continuar con su programa económico a cualquier costo.
Habitualmente una cadena nacional es un recurso excepcional, que se utiliza para informar novedades sustanciales para el devenir de un país. Pero este viernes Milei no tenía nada para anunciar: sólo la confirmación de que continuará por el mismo camino. Por otra parte, disponerla a último momento, y con un fin de semana a las puertas, sólo consigue incrementar la inquietud.
Cabe plantearse el interrogante respecto de a quiénes estuvo dirigida. Claramente no fue para el pueblo argentino, ya que no hubo anuncio alguno, pero si la confirmación de que los jubilados, los discapacitados, la educación, la salud y los trabajadores en general seguirán sufriendo nuevos escarnios en beneficio de los intereses económicos más concentrados. Frente al próximo desafío electoral, Milei anunció la continuidad del “Plan Anti-Platita”, y con argumentos endebles –tal como es habitual- aseguró que el incremento en la cotización del dólar no iría a los precios, lo que quedaba desmentido de antemano con sólo visitar supermercados y comercios.
Descartado el pueblo argentino, queda en claro que su mensaje fue dirigido a los mercados financieros, para brindarle seguridades de que sus intereses están a resguardo. Tampoco aquí hubo anuncios, pero sí dos características que tiñeron su discurso: el mesianismo y la paranoia. Milei pretendió presentarse, una vez más, como el fundador de una nueva Argentina, al tiempo que expuso nuevamente todos sus temores sobre ser objeto de una conspiración permanente a la que nunca deja de sumar nuevos integrantes: la oposición, el periodismo, la vicepresidenta, los bancos, la “casta”, y muchos otros actores que pueblan su mente.
Lo que más impactó de su intervención fue que quienes están en contra de su gestión –los “degenerados fiscales”- no deben ilusionarse, ya que sólo saldría de la Rosada “con los pies para adelante”. El problema es que esa teoría conspirativa sólo es compartida por el presidente y sus allegados, ya que el único que ha contradicho y violado sistemáticamente la Constitución y la división de poderes ha sido su propio gobierno. En una respuesta que pasó desapercibida, Cristina Fernández lo corrigió, sosteniendo que, en realidad, no lo sacarían de ese modo, sino “con chaleco de fuerza”.
El discurso de Milei es preocupante por donde se lo mire. Por un lado anunció que pretende imponer el “déficit cero” por ley, lo mismo que anunciaron De la Rúa y Cavallo en 2001, cuatro meses antes de que se les incendiara la Argentina. También implica remembranzas con la “Economía de Guerra” que anunció Raúl Alfonsín en 2005, pero que nunca consiguió implementar. Ambos antecedentes dejan poco lugar para el optimismo.
Víctima de sus devaríos y de su anhelo de grandeza, Milei también prometió una ley para condenar penalmente a los legisladores que amenazaran con sus votos la estabilidad fiscal, justamente después de haber sufrido dos derrotas categóricas en ambas cámaras del Congreso Nacional. ¿Quiénes les votarían ese proyecto para terminar siendo sus víctimas? ¿A un presidente que citó como fuente de autoridad a Batman?
Por otra parte, quien amenaza la estabilidad fiscal no es el Congreso, sino el propio gobierno nacional, al desfinanciarse eliminando retenciones al agro y a la minería, eliminando el impuesto a los bienes personales o sancionando el RIGI. ¿Qué mejor demostración de la “degeneración fiscal” que las políticas económicas del gobierno? Por no hablar de la destrucción de la producción, el empleo y el consumo que provocó, o el endeudamiento en más de U$D 100.000 millones que generó su gestión; las tasas de interés por encima del 70% que condenan a los tomadores de créditos e impiden la toma de nuevos créditos por parte de empresas y familias? Y esto sin mencionar que el supuesto superávit fiscal es apenas un dibujo contable, al no computar los intereses del endeudamiento sistemático que impulsó el gobierno desde sus inicios.
Milei atraviesa una etapa de oscuridad pero sólo atina a afrontarla insistiendo en las decisiones que lo llevaron a esta situación. La cadena nacional tuvo un nivel de encendido mínimo, las menciones que se hacen de él han caído a pique en las redes sociales, y, para colmo de males, la gran mayoría de quienes se manifiestan dispuesto a no asistir a las urnas son sus propios votantes, que creyeron en sus promesas electorales y ahora se cuentan dentro de los menores de 30 años que han sido las principales víctimas del desempleo.
Para colmo de males, este mes el gobierno debe renovar el vencimiento del equivalente a U$D 17.500 millones en letras que se vencen. ¿Cuál será la tasa estratosférica que ofrecerá? ¿Cuánto accederán a renovar los bancos y cuánto se irá al dólar? Se acerca el período de dolarización preelectoral: ningún inversor experimentado se jugaría exclusivamente a hacer tasa.
Milei insiste en que durante su gobierno no hubo emisión monetaria, pero en realidad la base monetaría se multiplicó por tres y, durante los primeros meses de este año, la inflación minorista escaló un 17%, mientras que la base monetaria se incrementó un 35%. Desde los mercados financieros se valora la fabulosa nueva oportunidad que ofrece el carry trade, con un dólar que subió un 10% en las últimas semanas y tasas en pesos que subieron del 25 al 70%. El problema pasa por las garantías que puedan ofrecer las autoridades de contar con los dólares crocantes al momento en que decidan retirarse. Y aquí el panorama es decididamente negativo: las reservas son abultadamente negativas y el riesgo país navega entre 770 y 750 puntos básicos, por lo que resulta imposible tomar crédito privado, dependiendo exclusivamente del aporte de organismos internacionales o del gobierno de los EEUU. El tema es que el gobierno ya ha consumido la mayor parte de esas billeteras.
En los últimos días el gobierno anunció una altísima inversión en minería en los términos del RIGI, pero se trata sólo de una promesa que dependerá de las dos exigencias que se le imponen: llevar la cotización del dólar a una franja entre los $ 2700 y los $ 3000, y liberar el cepo para la remisión de utilidades de las empresas a sus casas matrices. Si el gobierno accediera estallaría la inflación, habría corridas bancarias y financieras y el caos invadiría la escena nacional. Si no lo hace, difícilmente consiga inversiones. Paradójicamente, la inversión extranjera en nuestro país disminuyó considerablemente durante el gobierno de Milei, en lugar de incrementarse.
En este contexto crítico, donde el gobierno no tiene certezas de triunfo en la Provincia de Buenos Aires en septiembre, el discurso del viernes puede ser interpretado por los mercados como una demostración brutal de debilidad. ¿Qué impacto tendría una derrota en Buenos Aires a manos del pan peronismo? Las decisiones de campaña que se toman son apresuradas y causan el efecto inverso al deseado. La escapada relámpago a La Matanza para tomar una foto con mayoría de ex dirigentes del PRO vestidos de violeta, con el lema “Kirchnerismo Nunca Más” provocó el repudio de los vecinos. Fueron de corrida, no permitieron que los matanceros se les acercaran, el temor al escrache y al repudio tensó los ánimos todo el tiempo. Y, para peor, involucró hasta las tripas a Milei en el resultado de unos comicios que, a esta altura, pueden leerse como un plebiscito a favor o en contra del presidente, ante la incoherencia y fragmentación interna de la oposición.
De aquí hasta las elecciones de octubre la Argentina atravesará un clima afiebrado de confrontación y fakes news promovido por el gobierno para tratar de instalar el temor en la sociedad para sumar voluntades frente al “riesgo kuka”. El problema es que ese temor espanta a los mercados, que buscan la previsión y la estabilidad como garantía para sus inversiones. Algo que, con la dupla Milei-Caputo, resulta muy difícil de asegurar.
