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Histórica remontada de Sergio Massa

Oct 23, 2023

Si a cualquiera de quienes integramos el campo popular nos hubieran adelantado los resultados de los comicios presidenciales de este domingo hubiéramos celebrado con champagne. O tal vez, con vino o birra y chori, según cuál sea el segmento socio-cultural al que adscribimos. La elección de UxP sólo podría caratularse como espectacular, habida cuenta de los antecedentes de las PASO, la corrida financiera, la devaluación impuesta por el FMI y la crítica situación económica en general, “pesada herencia” y errores propios de por medio. Pero la actualidad se impone con toda su urgencia y precariedad, y, tras el merecido festejo, se impone ahora recalcular y afrontar un nuevo desafío electoral, la batalla final, que, ciertamente, no será sencillo.

Varios fueron los factores que posibilitaron la victoria en las primarias. No cabe duda que la agresiva política de redistribución de ingresos y alivio para trabajadores, pymes y los segmentos más sufrientes de la sociedad, tuvo un papel preponderante. También el hecho de contar con un candidato presidencial que es, entre los que tenían posibilidades, el único con estatura presidencial y perfil de estadista. Sergio Massa supo escuchar las demandas sociales que habían llevado a la derrota al Frente de Todos y operó en consecuencia, recuperando buena parte de los votos perdidos en la elección de medio término de 2021.

Ante la decisión del candidato, gobernadores, intendentes, sindicatos, agrupaciones, movimientos sociales y militantes salieron a conquistar el territorio. Una práctica tradicional del peronismo que había sido abandonada durante demasiado tiempo. No con promesas sino con realizaciones concretas: las más de 20 medidas tomadas por Sergio Massa hablan por sí solas. Bastaba con hacer un mínimo paneo sobre las bases del pan peronismo los días previos a la elección para advertir la resurrección de otro componente esencial del justicialismo: la esperanza. El reconocimiento de la importancia esencial de la tarea de la militancia en el movimiento popular insufló inusitada energía a quienes habían sido prácticamente descartados por orgas y cúpulas.

No debe pasarse por alto tampoco la exitosa tarea de interpelación a la sociedad y de apelación a la unidad nacional que llevó a cabo el candidato, lanzando una definición tras otra y haciendo gestos y dando señales de la dirección que pretende imprimirle a su gobierno. Buena parte de ellas se adaptaron a los criterios de las redes sociales más populares, con lo que se consiguió competir en formatos que eran monopolizados por La Libertad Avanza.

Otro factor, no menos significativo, fue el miedo. A partir de las PASO, Javier Milei hizo todo lo posible para demoler los fundamentos de la democracia y de nuestro estilo de vida. Algunas afirmaciones, como la promoción de la venta de órganos o de niños, la supresión de la educación, la salud pública y las políticas sociales, o bien la entrega de Malvinas a Gran Bretaña, ya venían de antes. Otras, como el impulso al armamento de la sociedad civil, fueron disimuladas. Pero el nuevo set, que incluyó no sólo el guión negacionista que hasta entonces era propio de su candidata a Vicepresidenta, sino la reiteración, palabra por palabra, de los argumentos del genocida Emilio Massera para justificar el Terrorismo de Estado, se pasaron de la raya. Quien hasta entonces provocaba alguna sonrisa o sentimiento de complicidad con sus teatralizaciones y agresiones a la “casta”, comenzó a imprimir el temor al tratar a los jubilados como “viejos meados”, afirmar que debía suprimirse la legislación sobre discapacidad o utilizar su metáfora sobre los “niños envaselinados” de los Jardines de infantes. Ni qué decir de la propuesta de Lila Lemoine de permitir el renunciamiento de los padres a contribuir a la mantención de sus hijos, o del aliado de todas las dictaduras a partir de 1955, Alberto Benegas Lynch (h), al que reconoce como “El Prócer”, de romper relaciones con el Vaticano.

La posibilidad del acceso de Milei a la Presidencia de la Nación alertó a un porcentaje significativo de los argentinos sobre los riesgos que implica esa alternativa. Sobre todo tratándose de un sujeto inestable emocional -¿y psíquicamente?-, sin ninguna experiencia de gestión y portador de una innegable vocación fascistoide. De este modo, los votos que sumó UxP no sólo provienen de una base social peronista decepcionada que se aferró a Massa como una tabla de salvación, sino también de otros votantes muy diversos, como personal de salud, maestros, jubilados, trabajadores y receptores de políticas sociales independientes o más o menos encuadrados en otros espacios políticos. Y el primero en comprenderlo es Sergio Massa, quien lo explicitó en su discurso nocturno.

Pero, como decía el General Perón, “la única verdad es la realidad”, y lo que hubiera cerrado con apenas 3% más de sufragios, ahora requerirá sumar 14%. La sociedad argentina cuenta con un altísimo componente de “gorilismo”, al que no dudó en interpelar un disgustado Javier Milei, al apropiarse del discurso de Patricia Bullrich para tratar de sumar los votos de JxC. Hasta ahora, “el fin del kirchnerismo” no había sido un componente esencial de su programa. Ahora deberá hablarle a otro público, y sumar las voluntades de la “casta” del PRO, a los Barrionuevos de la vida que ya se habían incorporado a su espacio.

El interrogante de si este Milei con lentes, que lee discursos y pretende mantener viva la vieja “grieta” conseguirá mantener la atracción sobre el amplísimo segmento que sentía empatía con su desquicio quedará por resolverse. También el de cuánto le sumará un Mauricio Macri que se frota las manos al comprobar que no sólo consiguió su objetivo de ejercer su vendetta sobre Horacio Rodríguez Larreta y una coalición en la que ya no se sentía cómodo, sino que ahora resulta imprescindible para el libertario al momento de atraer el voto anti-peronista. No hay dudas de que su objetivo consiste en convertirse en el titiritero de Milei. Lo que no queda en claro es cuántos votos sumará a Sergio Massa el contubernio entre La Libertad Avanza y el macrismo.

Un dato muy significativo del bunker de JxC fue la ausencia de radicales y de “peronistas republicanos”. El conflicto entre Morales, Lousteau y el alfonsinismo con Macri es de vieja data. Pero tampoco aparecieron Pichetto o Emilio Monzó. Precisamente esos deben objetivos principales para sumar a un “gobierno de unidad”, compuesto por los “más capaces”, en lugar de aspirar a un simple contubernio interpartidario. También Juan Schiaretti o la izquierda, destacados por el candidato de UxP en su discurso, serían muy útiles, tanto electoralmente como a la hora de gobernar.

En tono presidencial, sólido y calmo, Sergio Massa le apuntó a todas las políticas apocalípticas de Javier Milei. Aseguró que “La grieta se murió y empieza una etapa el 10 de diciembre”, hizo subir al escenario a su familia y a la de su vice, Agustín Rossi, prometió trabajar incansablemente en favor de los más perjudicados y enfatizó su apoyo a una educación pública “y de calidad”. Si bien no hizo referencia al abrazo entre Perón y Balbín, quedó sobreentendido en su convocatoria a los radicales.

En 28 días los argentinos deberemos decidir entre la paz, la reconciliación, el crecimiento económico y la justicia social, o el Apocalipsis mercantilista que nos llevaría a una guerra civil. La experiencia histórica demuestra que los armados del tipo de La Libertad Avanza permiten expresar críticas al orden establecido y a la política -y los políticos- de carrera, pero no consiguen articular ninguna alternativa de gobierno sólida. El apoyo digital puede resultar muy útil para la creación de una alternativa a través de clickeos, publicaciones en las redes sociales y reposteos, pero no cuentan con la encarnadura social para defender un plan de gestión. Simplemente, porque el objetivo de la mayoría de sus votantes y seguidores consiste en hacerse notar, pero no tiene en claro hacia donde ir.

El 22 de octubre merece ser festejado. A partir de este 23 hay que seguir escuchando a la sociedad, cerrar acuerdos, adelantar composiciones de un eventual gabinete y fortalecer una propuesta de gobierno futuro a través de nuevas políticas redistributivas. Y, sobre todo, hacer enorme hincapié en los valores humanitarios y democráticos que distinguen al campo popular.

No será sencillo. Pero se ha dado un paso decisivo.