La repercusión del aumento de sueldos autoasignado por Javier Milei para sí mismo, la vicepresidenta, los ministros y los secretarios de Estado causó un verdadero vendaval en la cúpula del gobierno. Sólo dos días después de que el presidente interviniera sobre el Poder Legislativo para anular el incremento salarial decidido por las autoridades de ambas cámaras, se conoció que Milei había firmado un Decreto, con el acompañamiento de Nicolás Posse y de Sandra Pettovello, para llevar su asignación de 4 millones a más de $ 6 millones, escala que se repite para el resto de los beneficiarios.
Milei trató, en vano, de echarle la culpa una vez más a Cristina Fernández, pero nadie le creyó: “Me acaban de informar que producto de un decreto firmado por la expresidenta Cristina Kirchner en el año 2010, que establecía que los cargos políticos siempre debían cobrar más que los empleados de la administración pública, se otorgó un aumento automático a la planta política de este gobierno.”, a lo que la ex presidenta le respondió de manera irónica: “Ay Presidente… usted quiere pelearse conmigo para que no hablemos del decreto que firmó dándose un aumento del 48% a usted y a sus funcionarios mientras pulveriza las jubilaciones y los salarios de los argentinos… y de las argentinas también. Admita que firmó, cobró y lo pescaron.”. En el mismo sentido se expresó Miguel Angel Pichetto: «Si Milei no sabe lo que firmó, estamos en problemas».
Milei quedó en pésima posición después de imponerle austeridad y recortes a todos los trabajadores argentinos, para luego incrementarse su salario en un 50%. Inmediatamente interpeló al Jefe de Gabinete, exigiendo que rodara alguna cabeza, y Posse culpó al Secretario de Legal y Técnica, Javier Herrera Bravo, a quien planea sacrificar para salvar su propio cargo.
¿Milei firma cualquier cosa, o no sabe lo que firma? ¿O, por el contrario, quiso beneficiarse de su situación y le salió mal?
Tras el escándalo, el presidente aseguró que derogará el decreto que establecía el incremento, con lo que quedó en claro que la responsabilidad no es de Cristina, sino suya propia.
“No hay plata” para nadie, menos para mí, debe pensar el presidente. ¿Esta actitud generará críticas entre quienes pensaban que venía a imponer el cambio, o lo idolatrarán por su “viveza criolla”?