El gobierno de Javier Milei se destaca por la presencia de tres mujeres fuertes en lugares estratégicos: su hermana Karina, “El Jefe” o “La Tarotista” según quien la defina; la Vicepresidenta Victoria Villarruel, “la biógrafa de Videla”; y Patricia Bullrich, “la piba” montonera. El problema para el presidente es que, explícita o implícitamente, salvo su hermana las otras dos desearían ocupar su lugar, y juegan su juego en consecencia.
Cuando días atrás la vicepresidenta definió al presidente como el “pobre jamoncito del medio” entre dos mujeres con carácter, sólo hizo alusión a su hermana. En ese reportaje tampoco se privó de hacerse cargo de sus ambiciones presidenciales ni de marcar sus diferencias con Javier Milei. Deliberadamente dejó afuera a Bullrich: no había ninguna necesidad de subirla al ring.
Pero Patricia tiene una amplia experticia política, por lo que advirtió inmediatamente que debía salir a atacar a la vice en defensa de la investidura presidencial, aunque en realidad esa era la excusa para terciar en la guerra de bombachas.
«Hay que tratar al Presidente con la investidura que tiene», enfatizó una desmemoriada Bullrich, que parece no recordar cómo trataba ella misma a Cristina o a Alberto Fernández.
E inmediatamente apuntó a la vicepresidenta, quien la había tratado de incompetente en el cumplimiento de las tareas que tiene a su cargo.
«Yo no me quiero meter en las palabras que dice la vicepresidenta, cada uno tiene que hacerse cargo de las cosas que dice. Ella tiene personalidad, presencia, e ideas claras. No es mi objetivo ningún tipo de discusión con la vicepresidenta respecto de estos temas. Sí aquellos que hacen hacia dónde va la seguridad y las amenazas que tiene la Argentina con el terrorismo», subrayó.
Un día antes, Patricia ya había cruzado a Villarruel por las críticas formuladas a su plan de involucrar a las Fuerzas Armadas en el combate al narco, reafirmando que insistirá con su idea de reformar la Ley de Seguridad Interior. Allí mismo lanzó una provocación: le recomendó a la vicepresidenta no tener «miedo» y «mirar al futuro». Villarruel le había recordado que en los años 70 los militares terminaron condenados por combatir a civiles.
Villarruel no está dispuesta a perdonar la traición de Milei, quien le había prometido en público las áreas de Defensa y Seguridad, pero finalmente terminó asignándoselas a Bullrich y su compañero de fórmula, Luis Petri. En la misma entrevista en la que le impuso al presidente el apodo ya generalizado de “jamoncito”, también recordó que no le dejaron controlar esos ministerios pese a que había trabajado «varios meses» antes de asumir la vicepresidencia. «Lo que iba a hacer está encima de esas temáticas, el presidente decidió que no y yo lo respeto. Obviamente no me agradó», puntualizó.
Para terminar de sazonar el guiso, sólo falta que intervenga Karina.