Javier Milei tuvo su Panic Show en el Luna Park, en el que luego de una aburridísima exposición, plagada de errores conceptuales y exposiciones, se mostró como una Rock Star. Con entradas gratis, apareció la primera duda: ¿Quién pagó el alquiler del estadio, el sonido, las luces y la seguridad? ¿Fueron recursos estatales de un Estado en el que “no hay plata”? ¿Algún empresario beneficiado por sus políticas se habrá hecho cargo? ¿Cómo cierra con su tradicional crítica a la “casta” la importante dotación de colectivos con el que algunos intendentes amigos arriaron a buena parte de la audiencia?
El Luna Park no sólo no se llenó, aún en estas condiciones, y desde su inicio llamó la atención el abandono del lugar de parte de los asistentes. ¿Cómo interpretan los argentinos el ego trip sin fin que ha emprendido el presidente desde hace tiempo, para lucimiento y posicionamiento personal, desentendiéndose de la catástrofe social y económica que ha provocado?
Milei se ha quedado sin respuestas para el Apocalipsis que ha provocado. Cuando un adulto mayor le enrostró que la gente no llega a fin de mes, el presidente no dudó en responder que la aseveración era falsa, porque de ser cierto su interlocutor ya estaría muerto. Una nueva demostración de crueldad, de absoluta falta de empatía. O tal vez, lo que sería aún peor, que el presidente sólo lee el Diario de Yrigoyen, y no sabe ni le interesa saber qué les pasa a los argentinos.
El sábado 25 de Mayo iba a ser su día de gloria, pero terminó en fracaso rotundo. La homilía del arzobispo porteño fue demoledora. Se fue en silencio, en medio de insultos espontáneos y de apoyos de quienes habían sido organizados para blindarlo, sin mayor éxito. De allí se trasladó a Córdoba, sin Ley de Bases aprobada ni Pacto de Mayo. En el aeropuerto Patricia Bullrich desplegó una terrible represión de la gendarmería sobre quienes habían sido convocados para hacerle sentir su disenso al primer mandatario. Todo su recorrido hasta el Cabildo mediterráneo fue cubierto con un fabuloso despliegue de efectivos de la fuerza. Pero la Plaza apenas se cubrió parcialmente de asistencia, en su mayoría garantizada por funcionarios y militantes afines. La cruda realidad demuestra que era menos de un tercio de la que se autoconvocó en su acto de cierre de campaña.
Solo, como loco malo, sin otra compañía política más que la de sus funcionarios, Milei atemperó un tato su discurso agresivo, hizo algunas promesas a futuro de cumplimiento incierto, y no tuvo ningún logro para consignar. El Mayo de Gloria se convirtió en la demostración más concreta de que, de a poco, se va quedando solo. Él mismo admitió que todo su gabinete, y no sólo el ministro Posse, está sujeto a análisis y eventual recambio: sólo son inamovibles él mismo y “El Jefe”, su hermana Karina. Con un alza vertiginosa en la cotización del dólar que llevó la brecha a más del 40% con el oficial, como respuesta a las afirmaciones de Milei y del “Toto” Caputo de que no había atraso cambiario, la precariedad de un gobierno que no consigue generar acuerdos políticos, por lo que no pudo aprobar una sola ley, lo que tala su credibilidad ante eventuales inversores extranjeros o nativos.
Las señales de desacuerdo de la sociedad se multiplican: Misiones, Corrientes y Mendoza mostran las respuestas colectivas más resonantes, pero no son las únicas. La sensación de que el principio de incendio se trata de apagar con fuego está instalada en la escena.
Para peor, las encuestas comienzan a mostrar que la derrota de la inflación es la prioridad de un porcentaje cada vez menor de los argentinos. El desempleo y el poder adquisitivo la han superado, pero Milei no tiene respuestas para estas preocupaciones, ya que constituyen dos de las bases principales de sus políticas. Más aún, el 65% de los argentinos asegura que, a contrapelo de lo que afirma Milei, los salarios no han superado a la inflación.
Javier Milei se está quedando aislado, su gabinete está en crisis y la paciencia social comenzando a agotarse. Se negó a disponer de fondos para terminar el gasoducto y ahora deberá destinar divisas que no tiene para comprar gas a precio de oro para afrontar el invierno, gastando mucho más de lo requerido por la obra y sin que quede ninguna obra como producto de la inversión.
A falta de pan, a Milei sólo le queda el circo. No es algo nuevo, pero el cerco del hambre comienza a convertir la ilusión y la esperanza por el temor y la frustración sobre el futuro.