Si algo ha dejado en claro el gobierno actual es que no tiene otro objetivo en su política exterior más que los de tratar de potenciar la figura de Javier Milei en el plano internacional y de demostrar, en cada ocasión que se le presente, que su subordinación a la tríada EEUU, Gran Bretaña e Israel –y a los empresarios de los empresarios y fondos de inversión más poderosos de Occidente- resulta incuestionable.
La disputa sobre la resolución en Venezuela sumó un nuevo capítulo a las inconsistencias y demostraciones de inconsistencia de un gobierno que sistemáticamente insulta a los gobiernos que son nuestros principales socios comerciales, como en los casos de Brasil o China, o su desprecio a entidades esenciales para nuestra economía, como el MERCOSUR, que le valió el repudio generalizado de todos sus integrantes.
Este miércoles Milei atacó a sus pares de Brasi, “Lula” Da Silva; de México, Andrés Manuel López Obrador y de Colombia, Gustavo Petro, por el rechazo de la OEA a la resolución que pedía a Nicolás Maduro publicar las actas electorales. «Algunos imbéciles me acusaron de loco por ver comunismo en todos lados… Otros desde la corrección política decían que ya no existe más el comunismo y que soy un exagerado… En el fondo, hoy no sólo se prueba que tengo razón en la agenda internacional que señalo sino que además queda claro que esos que me cuestionaban son cómplices, ya sea por ignorantes y/o por estúpidos», posteó Milei en su cuenta de X.
Milei se puso a la cabeza de las denuncias de supuesto fraude en las elecciones venezolanas del domingo pasado en sus habituales términos confrontativos y denigratorios, lo que motivó que Venezuela rompiera relaciones con nuestro país, al tiempo que expulsó al personal de la embajada, que debió retornar a la disparada hacia la Argentina. El presidente argentino calificó esa decisión como una «represalia del dictador Maduro» por “condenar el fraude» electoral del pasado domingo.
Inmediatamente Inácio se ofreció a hacerse cargo de la custodia de la Embajada argentina en Caracas, y de la seguridad de seis venezolanos opositores del partido de María Corina Machado que estaban asilados ahí, y que serían detenidos en caso de abandonar el edificio, a lo que el gobierno argentino accedió inmediatamente, con un caluroso elogio de Milei, quien pareció haberse olvidado de sus agresiones e insultos hacia el primer mandatario brasileño. «Los lazos de amistad que unen a la Argentina con Brasil son muy fuertes e históricos», publió inmediatamente Milei.
Pero la reculada de Milei no quedó allí, sino que también le agradeció «enormemente» a “Lula” en su cuenta de X: «Agradezco enormemente la disposición de Brasil a hacerse cargo de la custodia de la Embajada argentina en Venezuela. También agradecemos la representación momentánea de los intereses de la República Argentina y sus ciudadanos allí».
En cuestión de horas, Milei debió tragarse sus palabras e hincar la espalda ante su par brasileño. En la embajada argentina en Venezuela hoy ondea la bandera del país hermano. Otro papelón más, que significa un nuevo recorte a nuestra soberanía.
Nada que sorprenda demasiado, en realidad, tratándose de Javier Milei.
Después de agredir y descalificar a Lula, Milei debió agradecerle por «hacerse cargo de la Embajada argentina en Venezuela»
