No pasa un solo día sin que la interna dentro del gobierno nacional explote por algún lugar diferente. En las últimas jornadas, la reaparición pública de Mauricio Macri, apoyando formalmente el cambio que impulsa el gobierno de Javier Milei pero descalificando a su entorno –léase Santiago Caputo y Karina Milei- y lamentando la incapacidad de la actual gestión para armar equipos de trabajo eficientes, fue interpretada como un grito de guerra del titular del PRO, luego de irse con las manos vacías de la reunión que sostuvo el lunes con el presidente.
En la mesa chica de Milei la reaparición de Macri mereció dos respuestas diferentes, pero complementarias en su aplicación: mientras que Santiago Caputo interpretó que lo mejor era dejarlo seguir hablando, ya que se trata de una figura política muy desgastada y con escasa base electoral, Karina Milei sentenció que había que salir a destruirlo públicamente.
El ex presidente Macri no consigue digerir cómo fue utilizado por Milei para conseguir votos y fiscalización en el balotaje, para luego ser arrumbado en el rincón de los trastos viejos. El único papel que se le asigna es el dador de un respaldo pasivo, y esto lo saca de quicio, a punto tal de salir a denunciar que, mientras que muchos elementos vinculados a Sergio Massa o a la Cámpora continúan cumpliendo funciones en la administración actual, el ala macrista del PRO ha sido ninguneada de manera sistemática: sólo aquellos referentes del partido amarillo que actuaron a título personal consiguieron cargos relevantes. A los demás sólo se les ofreció la zanahoria que sigue el burro, sin poder alcanzarla.
Una cuestión adicional de la política facciosa que impera dentro del gobierno y en la relación con sus aliados es el acercamiento entre la Ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, y el ex presidente, quien se deshizo en elogios hacia la funcionaria en su raid mediático, aunque resulte evidente para todo el mundo que su gestión es desastrosa. A Pettovello y a Macri no los une el amor, sino el espanto, ya que ambos son víctimas de Santiago Caputo y Karina Milei, los dos actores por quienes pasa el poder real dentro del gobierno. Tan es así que, ante algunas exigencias que Macri le transmitió al presidente el pasado lunes, encontró su negativa no a título personal del mandatario, sino de la oposición de los otros dos integrantes del tridente que conduce a la actual gestión.
Pettovello, por su parte, es mucho más receptiva a las sugerencias de Mauricio Macri, y la demostración es la solicitud que le hizo de echar a uno de los sobrevivientes del gobierno anterior, el «Galleguito» Alejandro Álvarez, de la subsecretaría de Política Universitaria. Obediente, la ministra le pidió al secretario de Educción, Carlos Torrendell, que dispusiera su alejamiento. Pero no consiguió que su orden fuera implementada: tal como sucede con Diana Mondino en la Cancillería, la cadena de decisiones no le responde, ya que se referencia en Karina y Santiago Caputo.
Esto no hace sino incrementar la frustración del ex presidente, quien debe lidiar, además, con una alternativa que lo desvela: en caso de no conseguir un guiño oficial, podría llegar a terminar tras las rejas por la causa Correos. La incertidumbre lo saca de quicio, por lo que, ante el fracaso de sus negociaciones, salió a dar golpes a ciegas, deteriorando aún más su situación.
La segunda cuestión que conmociona a Macri es el futuro del PRO en la CABA. En tanto su electorado mayoritariamente ha migrado hacia LLA, está puesta en riesgo su control del distrito clave para la supervivencia del PRO. Sin la CABA, el ex presidente terminaría de convertirse en un cadáver político. Y, aunque se esfuerce en ignorarlo, ya son demasiados los que han empezado a contarle los huesos que van saliendo a la luz después de cada una de sus frecuentes decisiones desacertadas.