Javier Milei y Luis Caputo celebran en cada oportunidad el supuesto éxito de su plan económico y la caída de la inflación al 4% en el mes de julio. Pero sólo hacen jueguito para la tribuna. La economía real presenta una situación catastrófica. No debe olvidarse que se trata de una inflación autoprovocada a partir de la devaluación del 1080% del dólar en los inicios de la actual gestión; es decir, la hicieron subir meteóricamente de manera artificial, para después presentar como “logros” sus sucesivas bajas. Claro está que, con salarios prácticamente congelados, preocupante alza en los despidos y cierres de Pymes, y caída a pique de la economía informal que depende de la capacidad de gasto de los sectores medios, el 4% no es la expresión de un éxito sino de un fracaso, sobre todo si lo comparamos con el 2% establecido para el crowling peg por la actual administración y la suba indiscriminada de tarifas, el restablecimiento del impuesto a las ganancias y el incremento impositivo generalizado. En síntesis, la plaza está “seca” de pesos y también de dólares, con reservas en rojo por U$D 7000 millones, ya que la intransigencia de la gestión con los exportadores y su decisión de intervenir en la cotización del CCL lo condujo al punto de utilizar los depósitos de los ahorristas privados.
El panorama es catastrófico y sólo se disimula con operaciones mediáticas y manipulaciones de las redes sociales, apelando a los Loan, las Fabiolas y los Alberto Fernández que se activan o desactivan convenientemente para tratar de direccionar el humor social. En los medios asociados con el gobierno nadie recuera las terminantes descalificaciones que hacía Javier Milei en el pasado sobre políticas similares a las que aplica. En cambio, elogian su supuesto “pragmatismo”, que no es sino la improvisación permanente ante los duros datos de la realidad.
Mientras Milei y Caputo insisten en mostrar señales engañosas de una supuesta recuperación económica y afirman que “lo peor ya pasó”, celebrando la baja del gasto público más importante del año y 4 puntos más fuerte que la de junio, ocultan que la autorización para una suba irracional de tarifas de los servicios que conllevan esos reportes es la consecuencia directa de la drástica caída en la recaudación a consecuencia del desplome de las ventas que provocó su irracional ajuste. Aún con el 4% de inflación de julio, la actividad en los hiper y los supermercados y en los comercios barriales ha superado los bajísimos niveles de la Crisis de 2001 y de la Pandemia, y no encuentran antecedentes en la historia de la Argentina moderna.
Sólo en la primera semana de agosto, sus ventas cayeron por encima del 21%, un dato que desmiente las afirmaciones oficiales sobre una presunta recuperación de la actividad económica. El consumo masivo del mes de julio registrò la caída más importante de la historia, aún a pesar de los descuentos de hasta un 20 o 30% y sin tope que se ofrecen a través de tarjetas, billeteras virtuales y promociones en los hiper y supermercados. Los comercios de cercanía, en su mayoría, quedan al margen de la posibilidad de aplicarlas, sobre todo fuera del AMBA, resintiendo aún más la actividad.
La leche y la carne registran sus mínimos históricos de consumo, y el acceso al transporte público se ha vuelto una ilusión con los recientes aumentos que tendrán continuidad para llevarlos a la franja de los $ 1100 en el AMBA, con el agravante de que el mes próximo se eliminarán los descuentos por combinaciones entre servicios de transportes. En el resto del país ya se ha llegado a esos niveles pero los media pro oficialistas no lo registran. Con la suba, a la que deben sumarse las del resto de las tarifas, para muchos resulta más conveniente quedarse en su casa que concurrir a su empleo, ya que no alcanzan a costear los costos de traslado.
En síntesis, lo que han conseguido Milei y Caputo no es controlar la inflación, que duplica la suba mensual del dólar oficial, sino establecer “la paz de los cementerios” a la que aludía John Maynard Keynes. En lugar de libertarismo, el gobierno puede ser caracterizado como un dirigismo estatista intervencionista, ubicado en las antípodas de lo propuesto en la campaña electoral. Su admiración por el menemismo se comprueba, sobre todo, en aquella frase del ex mandatario riojano: “Si decía lo que iba a hacer, no me votaban”.
El presente ajuste en tarifas e impuestos dispuestos por el gobierno nacional afectarán necesariamente el humor social, y habrá que ver si los Loan, los Albertos y las Fabiolas de la vida permiten continuar con el circo que oculta el desmembramiento de la Argentina, o si quienes siguen analizando su propia situación como un fracaso personal y no como la consecuencia lógica de las políticas aplicadas terminan por correr el velo que les impide ver la realidad cruda y dura que los destruye.