• 01/10/2024 07:33

La política se resquebraja

Sep 21, 2024

No fue magia lo que posibilitó la llegada de Javier Milei a la Presidencia de la Nación. Aunque le cueste admitirlo, una dirigencia política que hace mucho tiempo perdió el vínculo con la sociedad argentina, inmersa en sus propias ambiciones y juegos de poder, recibió una sanción electoral aleccionadora. Incluso hoy en día, cuando las consecuencias del plan de destrucción sistemático de la Argentina que instrumenta el gobierno nacional han quedado más expuestas que nunca, a nadie en su sano juicio se le ocurre siquiera considerar que aquella vituperada y desprestigiada casta pueda ser la solución para su sufrimiento. En gran medida, el gobierno actual se sostiene gracias a la condena masiva de la política. El problema es que las encuestas y los gestos sociales demuestran que ya Javier Milei y compañía han sido incorporados a esa casta que prometió destruir. De este modo, la condena al presente y al pasado incrementa su ebullición, permitiendo imaginar horizontes desgarradores absolutamente inéditos.
Por el lado del gobierno, el hundimiento resulta evidente. Los vetos a la modesta mejora en los ingresos de los jubilados y el anunciado para la Ley de Financiamiento Universitario demostraron que la paciencia de los votantes de Javier Milei ha comenzado a agotarse. En lo que va de su gestión ha perdido 12 puntos, según coinciden las consultoras, caída que se explicitó en los últimos 10 días. Hasta entonces, por empecinamiento o por determinación de no aceptar el grave error de haber impulsado la llegada del libertario al sillón presidencial, sus votantes apelaban al factor “esperanza” para tratar de justificar su respaldo. Pero las imágenes de la represión brutal a los jubilados, y a una niña de apenas 10 años, seguidas de la celebración palaciega en la Quinta de Olivos de haber condenado a la miseria y a la muerte a nuestros viejos, restringiendo su acceso a medicamentos gratuitos y podando sus ya magros ingresos generó un shock dentro de buena parte de sus votantes. Tanto en la pretendida presentación del Presupuesto como en el sarao de Olivos quedó en claro que Milei es la casta, se reúne y cena con ella, y se asocia para profundizar la miseria y el estallido de la estructura social.
De golpe, tal como suelen manifestarse los fenómenos sociales, el 70% de los argentinos terminó por reconocer que Milei miente sistemáticamente, y que su gobierno está orientado a beneficiar a los más ricos con bajas de impuestos y beneficios inauditos, mientras descarga sobre los trabajadores nuevamente el impuesto a la cuarta categoría de ganancias. ¿Qué quedó del candidato que prometió cortarse un brazo antes de crear un nuevo impuesto? La sociedad puede ser tolerante, pero no es estúpida.
Para tratar de recuperar la iniciativa y el favor de sus votantes, Santiago Caputo, el Mago del Kremlin, imaginó primero una cadena nacional para fogonear la imagen de Milei. Les salió pésimo: los argentinos apagaron la TV abierta en señal de condena y de hastío. Dos días después pretendió instalar un escenario de presunto blindaje a la figura presidencial ante un eventual juicio político, pero el número de los asistentes estuvo muy lejos de alcanzar el tercio salvador, con el agravante de la protesta callejera de los jubilados en las afueras de la Quinta Presidencial, reclamando por la comida que se les niega pero que Milei y la casta disfrutan. Los reclamos y acusaciones internas hacia Santiago Caputo y Karina Milei se multiplicaron, por lo que el estratega presidencial imaginó una nueva movida: la creación de un video en el que se presenta al kirchnerismo como un virus letal. Su objetivo fue tratar de recuperar a los votantes planteando una grieta entre mileismo y cristinismo, tomando el reemplazo de un Mauricio Macri al que se pretende lanzar al ostracismo. El problema es que el gobierno está aterrado y no deja de tomar decisiones equivocadas: pretende levantar la imagen de Cristina para tratar de apagar la figura creciente de Axel Kicillof, mientras que intenta jubilar a Mauricio Macri.
Pero, tal como afirman la sabiduría popular, la ilusión se acaba con el último paquete de fideos. Para la mayoría de los argentinos tanto Cristina como Macri son “el pasado”, por lo que la ofensiva de la ex presidenta para tratar de aprovechar la interpelación de Milei para recuperar su protagonismo al interior del pan peronismo, instalando a su hijo Máximo –tal vez el dirigente más despreciado por la sociedad argentina-, en medio de ataques furibundos contra el gobernador bonaerense no parecerían tener el resultado esperado. Las críticas de La Cámpora a Axel recibieron una cerrada condena en las redes, a punto tal que la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, debió clausurar los comentarios en su cuenta de X. La condena interna al intento de decapitación de Kicillof mereció toda clase de repudios, que sobre todo interrogaban sobre la razón de tratar de destruir “desde adentro” a una figura política que crece en las encuestas y que, razonablemente, podría ser el candidato presidencial que confrontará a Milei en 2017.
Estas críticas no son un dato que pueda pasarse por alto, ya que Axel comparte el electorado de Cristina. Incluso en la interna, la figura de Máximo está totalmente descalificada, la Cámpora causa urticaria desde hace tiempo y ahora, por primera vez, la adhesión al gobernador bonaerense parece comenzar a mellar la fascinación y el endiosamiento de la ex presidenta de buena parte de sus seguidores.
La nueva grieta que plantea el gobierno entre Milei y Cristina difícilmente encuentre correlato alguno con la percepción de la sociedad. Milei viene hundiéndose en las encuestas porque el hambre y la incertidumbre sobre el futuro y hasta por la superviviencia cotidiana que él mismo provocó comienzan a devorar sus créditos. Una de las razones que aceleró la estampida de su núcleo duro original de votantes, rotos y empobrecidos durante las gestiones anteriores, fue el incremento de las tarifas de servicios, sobre todo en el caso del transporte, que vuelve imposible su llegada a sus lugares de trabajo, obligándolos a saltar molinetes o transitar las vías férreas para evitar pagar los costos de traslados. ¿Cómo les respondió el gobierno? Incrementado insólitamente las tarifas del ferrocarril. Están consumiendo el último paquete de fideos, y la demonización de Cristina y del cristinismo no proveerá a sus alacenas.
Del lado de Cristina, Máximo y su runfla, la ofensiva sobre Kicillof sólo deja en claro su cretinismo y su ambición de poder sin límites, aún a costa de que el sufrimiento social se profundice. A nadie pasó desapercibido que la ex presidenta se manifestó enfáticamente en contra del juicio político. La razón es obvia: precisa del reconocimiento como antagonista del presidente y de la continuidad del plan de saqueo para ahogar financieramente cualquier intento de trasvasamiento generacional. Pero su pólvora se ha humedecido y ya no se para el país ante cada una de sus apariciones. Sólo le interesan a su núcleo duro y cada vez generan más críticas internas.
En medio de este clima de implosión de la política, apareció el Papa Francisco, denunciando actos de corrupción en el gobierno y enfatizando que quedaba en claro la calaña de quienes gobernaban a la Argentina con sólo comprobar que, en lugar de financiar la Justicia Social, financiaban la represión con gas pimienta. También el presidente de Colombia, Gustavo Petro, condenó que “En la Argentina los viejos no tienen libertad” y que el gobierno «arrastra y golpea con gases a los jubilados».
Pero el deterioro internacional de la administración Milei no se limitó a estas críticas moralizadoras, sino también a una novedad que terminó de desesperarlos, ya que impacta en el corazón de su plan de entrega del patrimonio argentino: Petronas anunció la caída de su proyectada inversión de U$D 30.000 millones en la planta de GNL que caprichosamente Milei reubicó de la Provincia de Buenos Aires a la de Río Negro, sólo para perjudicar a Axel Kicillof. No es que la principal empresa malaya sea aliada del gobernador bonaerense, sino que su decisión expresa la absoluta falta de confianza y de credibilidad que el gobierno de Milei provoca en el exterior. La pregunta generalizada es cómo hará para sostenerse el gobierno actual si Donald Trump es derrotado en las elecciones norteamericanas, si el RIGI fracasa por falta de credibilidad externa, y si las elecciones del año próximo resultan un fiasco para una gestión que sólo ha provocado miseria y destrucción de lazos económicos, sociales y familiares.
Así las cosas, tal vez el virus letal no sea el kirchnerismo, sino que habrá sido superado por uno más nuevo y mucho más demoledor, construido sobre los prejuicios, la manipulación mediática y el hastío de la sociedad hacia la dirigencia política, cuyas consecuencias pueden medirse en todos los indicadores económicos y sociales elaborados a partir del 10 de diciembre de 2023.