• 21/11/2024 03:20

Más casta no se consigue. El goce inmoral a costa del sufrimiento ajeno

Sep 19, 2024

En los últimos 9 años los argentinos debimos asistir a terribles represiones sobre los jubilados que reclamaban con justicia por el saqueo de sus ingresos, siempre en caída. La conducción de la violencia siempre tuvo el mismo instrumento, la antes y ahora Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, siempre al servicio de cualquier plan de concentración de la riqueza y exclusión social, contracaras del saqueo de la Argentina. El presidente podría ser Macri o Milei, lo que no variaba era la concepción del “cambio”: un país para pocos, y un festival para especuladores, capitales extranjeros y empresarios top argentinos.
Pero en nuestro presente la violencia desencajada contra los jubilados tiene un adicional del que careció en el pasado: el goce perverso a costa de los perjudicados. El asado ofrecido por Javier Milei a los diputados que se prestaron a ser instrumentos de la confirmación del veto presidencial tuvo como telón de fondo las protestas de los afectados que se acercaron a la Quinta de Olivos. Si ya la anulación de una mejora que apenas les permitía acceder a 2 kg de carne por mes, la celebración fastuosa del maltrato coloca al gobierno actual y a sus aliados en el lugar que les corresponde: el éxtasis que les provoca condenar a la muerte por inanición y falta de acceso a la medicación a los más ancianos. No es una novedad, ya que tanto Milei como la canciller Diana Mondino habían afirmado que “los jubilados ya habían vivido bastante”. El problema es que buena parte de las víctimas fueron seducidos por la manipulación a la que los medios hegemónicos sometieron a la población durante la campaña electoral, y también al discurso de autoconvencimiento de que Milei “no iba a hacer” lo que anunciaba. Su inocencia y credulidad, así como la de la mayoría de quienes convalidaron su llegada a la presidencia, hoy la estamos pagando todos.
Aunque parezca no darse cuenta, el gobierno está en problemas, y muy serios, en su relación con la sociedad. En los últimos días la encuesta de Zurban Córdoba demostró que el 70% de los argentinos cree que el presidente es un mentiroso serial. Tras el veto a jubilados y el anuncio de la aplicación de otro similar a la Ley de Financiamiento Universitario su imagen, que ya venía en caída, perdió 10 puntos adicionales. El factor “esperanza” que sostenía su valoración positiva en la sociedad implosionó: la gran mayoría de los argentinos sólo espera sangre, sudor y lágrimas para su futuro.
Consciente de las señales de declinación sobre las que advertían los encuestadores, Santiago Caputo apeló a lo que en el pasado le había resultado exitoso: organizó una cadena nacional, teniendo en cuenta que esta herramienta le había aportado más de 50 puntos de audiencia en los canales de aire a principios de marzo, en oportunidad de la apertura de sesiones. Nunca un presidente había presentado el Presupuesto antes, y la jugada resultó nefasta: en medio de la bronca social acumulada, los canales de aire cayeron del un encendido previo de 15 puntos a sólo 3,8. En youtube, X y otras redes sociales, el apagón fue aún más pronunciado.
Inmediatamente los pases de factura internos afloraron de manera descontrolada, en una interna que siempre pone a LLA al borde de la ruptura. Santiago Caputo y Karina Milei fueron los apuntados, por lo que el líder de los Peaky Blinders recurrió a difundir una foto de ambos, acompañados del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, quien había sido hospitalizado la semana previa a consecuencia de su disputa con el Mago del Kremlin, dejando en claro que, si termina cayendo, tratará de arrastrar a todo el gobierno consigo.
Pero el Santiago Caputo que apareció en la foto ya no era el atildado joven del pasado. Desalineado, sin afeitar, excedido de peso y con surcos en su cara que demuestran las consecuencias que impone la gestión pública protagónica, no era sino una sombra de lo que supo ser. Y, en lugar de llamarse a silencio, intentó recomponerse insistiendo en el asado de reconocimiento a los “héroes”, cuyo único mérito consistió en hambrear sin pudor a los argentinos de la tercera edad.
Por cierto que tanto en el caso de la cadena nacional como en el del asado los destinatarios no eran los jubilados; ni siquiera el pueblo argentino; sino los mercados y los acreedores externos a quienes se pretendía dirigir dos mensajes concatenados: el primero, de que la administración argentina subordinaría todas sus políticas al pago de las obligaciones externas; el del asado, a demostrar que esa determinación no tendría costo político ni afectaría la gobernanza, al planificar la asistencia de los 87 diputados que habían apoyado el veto y que, al superar los 2/3, eliminaban cualquier posibilidad de un juicio político que pusiera término a las actuales políticas de saqueo.

 

Para desgracia de Milei y de Santiago Caputo, el asado no fue una revancha, sino un nuevo tropiezo para la gestión, ya que no sólo la decisión de organizar un asado de elite ante la mirada de los hambrientos fue pésimamente valorada, incluso por los medios y operadores políticos más cercanos al gobierno, sino que Mauricio Macri, rápido de reflejos, ensayó una zancadilla letal al ordenar a 17 legisladores que no aparecieran por Olivos. De este modo, el tercio que garantizaría el blindaje ante un eventual juicio político no consiguió sumarse, por lo que el gobierno quedó expuesto en toda su fragilidad ante los acreedores e inversores externos y también frente al pueblo argentino.
Las decisiones oficiales de los últimos días confirman el escaso profesionalismo y experticia que caracteriza a la gestión Milei. A esta altura sus votantes tienen en claro que el ajuste no lo pagará la “casta”, sino la mayoría de los compatriotas, sobre todo quienes se encuentran en situación más precaria. Además, la comida compartida o la asistencia al evento del Congreso Nacional muestran a un Milei celebrando la compañía de las “ratas” que venía denunciando. Más casta no se consigue: el presidente va quedando cada vez más identificado por el juicio popular como miembro de aquello que prometió destruir.
Por si fuera poco, en coincidencia con el fracaso de la cadena nacional y en la previa del asado de Olivos, todos los medios de comunicación –tanto los que lo acompañaban como los que se oponían- se dedicaron a mostrar las imágenes de trabajadores precarizados y en blanco saltando molinetes o caminando por las vías férreas para evitar el pago de los brutales incrementos de tarifas de transportes y el fin del boleto asociado, ante la imposibilidad de afrontar esos costos para acceder a sus empleos que les proveen de remuneraciones miserables. Ya no sólo se trata de los jubilados o los universitarios las víctimas de la perversidad de Milei, sino también los trabajadores y los jóvenes, aquellos entre los cuales concentró mayor cantidad de voluntades electorales.
Para colmo, los abogados de la familia de Fabricia Pegoraro, la niña gaseada por la Pollcía Federal durante la marcha de jubilados al Congreso de la semana pasada, solicitaron que se cite a declaración indagatoria a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y que se cite de declarar a su segunda, Alejandra Monteoliva, al comisario y al efectivo policial que llevó a cabo la brutal acción. También se pidió la reconstrucción de los hechos y que la menor declare bajo cámara Gesell, y que se cite para prestar declaración testimonial a los periodistas Jorge Rial, Eduardo Feinmann y Jonatan Viale para declarar sobre la desprolija operación con la que las autoridades intentaron hacer caer la responsabilidad sobre la menor y su madre.
Con su falta total de empatía y su insistencia en gozar del sufrimiento ajeno el gobierno está en un grave problema de cara a un año electoral. Para peor, la confirmación de Milei que se avanzará en el camino del ajuste y la promoción de la miseria del pueblo argentino no lo ayuda, precisamente, a contener a lo que fue su base electoral de 2023. Muchos son los que se preguntan qué pasaría con un resultado electoral inferior al 20% en los comicios del año próximo. Pero para el gobierno pensar en lo que pasaría dentro de un año es hacer ciencia ficción: jubilados, recortes y tarifas de transporte son un combo explosivo de impredecibles consecuencias a corto plazo.