Con casi la mitad de las elecciones provinciales ya realizadas, los resultados electorales de las fuerzas asociadas a Javier Milei han sido hasta ahora sencillamente espantosos, a punto tal que el libertario decidió quitarles su sello a sus aliados para evitar nuevos papelones. Sin embargo, el último domingo el hijo del dictador Antonio Bussi compitió con el aval de Milei y apenas superó el 3 % en Tucumán, casi 11% por debajo de su desempeño en 2021.
Es tentador caracterizar este proceso con el rimbombante título de que “la casta aplastó a Milei”. Aunque lo silencien, muchos empiezan a sospechar que el escenario de tres tercios que caracterizan todas las fuerzas políticas no se condice por la realidad. Sin embargo, resulta muy útil al momento de llamar a disciplinarse a los más díscolos y evitar rupturas de último momento.
Este domingo la elección de San Luis demostró la inconsistencia de los acuerdos y alianzas políticas en un escenario estallado. Rodríguez Larreta, Morales, Carrió y Lousteau respaldaron la incorporación de Juan Schiaretti a Juntos por el Cambio, propuesta que casi hace estallar a la coalición opositora. Sin embargo, el domingo pasado, mientras que las “palomas” celebraban la victoria de Claudio Poggi, el gobernador cordobés lamentaba en silencio la derrota de su aliado hasta la víspera, Alberto Rodríguez Saá.
No fue la excepción. Mientras que Bullrich, Macri y el ala conservadora de la UCR sufrían la pésima elección de Alfredo Cornejo en las PASO, en el larretismo se apuntaban como propio el excelente desempeño de Omar De Marchi, quien era armador nacional del alcalde porteño y precandidato provincial hasta que fuera obligado por los “halcones” a competir con una lista provincial.
En Córdoba, el candidato de Patricia y de Mauricio Macri, Luis Juez, viene muy mal en las encuestas, y probablemente el vencedor sea el candidato de Schiaretti, para beneplácito de las “palomas”. Pero de todos modos del otro lado de la grieta de JxC les harán pagar el costo de una eventual derrota, aunque no hayan contribuido para nada en ella.
Mientras tanto, Schiaretti se mueve a sus anchas. Por un lado, el acuerdo con Juntos por el Cambio no se tradujo en un Frente de Frentes, pero está casi cerrado el entendimiento para el caso de que Rodríguez Larreta consiga vencer a la ex Ministra de Seguridad. Tampoco estaría descartado que se llegue a una alianza similar en la alternativa de que se impusiera Bullrich.
Pero el cordobés no sólo negocia con JxC. El jueves pasado tuvo lugar una reunión secreta entre su esposa, la Senadora Nacional Alejandra Vigo, y Máximo Kirchner, en un hotel de la zona de Retiro de la CABA. El encuentro fue gestionado por Eduardo Seita y la diputada de La Cámpora, Gabriela Estévez.
La propuesta que se sedujo a ambas partes consiste en que el cristinismo no presente candidato a gobernador en Córdoba y apoye la reelección de Schiaretti, a cambio de que el PJ de Córdoba apoye la llegada de “Wado” De Pedro al Concejo de la Magistratura, para contribuir a blindar la situación judicial de Cristina Fernández. También se sepultaría la vinculación de Schiaretti y varios funcionarios suyos con Odebrecht y las obras de los gasoductos, que podrían salir a la luz en el caso de que la causa de los cuadernos se reactive. El requisito de ambas partes es coincidente: que la negociación no tome estado público.
Por incapacidad o porque no encontró nada mejor, Milei terminó cerrando con la cloaca de una “casta” que goza de excelente salud, y que continúa con sus prácticas habituales mientras no cesan las descalificaciones y acusaciones cruzadas, en el tono más disruptivo posible. Un acting para negar su propia existencia ante la sociedad.