Muy poco le duró a Santiago Caputo el espíritu confrontativo contra Karina Milei. Tras responderle frontalmente a sus acusaciones de “soberbia”, acusando a la hermana presidencial de exhibir una “soberbia injustificada”, el asesor estrella del gobierno volvió a poner los pies sobre la tierra a partir de una evaluación pragmática: la única imprescindible para el presidente es Karina, por lo que una confrontación con ella sólo derivaría en la pérdida del enorme poder acumulado y de los negocios que conllevan con eso.
Por esta razón es que Santiago Caputo redefinió su estrategia inmediatamente, tratando de seducir a Karina con elogios, mientras que disparaba sus cañones contra Victoria Villarruel, la otra enemiga declarada de la Secretaria General del gobierno.
«Fue apenas un renglón en la lista», «un reglón en una boleta», cuyo aporte fue sólo «marginal» para la victoria de LLA, declaró sin cortapisas, refiriéndose la vicepresidenta, mientras que, simultáneamente, se deshizo en elogios hacia la hermana presidencial.
«Es como gracioso que en la ecuación ‘mérito’ te de positivo una y no la otra. Cuando una armó algo de cero y la otra la eligieron de la nada para llenar un renglón de una boleta», sentenció en su cuenta informal de X, para inmediatamente continuar lamiéndole las botas a “El Jefe”.
«Sin Karina no habría Milei Presidente», aseveró, por oposición con el aporte de la vicepresidenta. «La imagen de ella es enteramente producto de ‘es Milei’.” Y, por si fuera poco, consideró que “No tiene atributos propios para el electorado».
La vicepresidenta optó por no responderle y apenas si publicó en su cuenta de X una referencia al Día del Niño. Tiene en claro que sus enemigos en el gobierno están haciendo todo mal, deshilachándose entre agresiones y disputas de poder que sólo conducen a su debilitamiento. Por esa razón se aferra al célebre consejo de Napoleón Bonaparte: “Si tu enemigo se está equivocando no lo interrumpas”.
De este modo, el fin de semana se cierra con una contundente victoria de Karina Milei sobre sus adversarios: obligó a recular a Santiago Caputo, poniéndolo en situación de reconocer públicamente quién ejerce el poder real en la gestión, y forzó a la vicepresidenta a dar un paso al costado en las celebraciones del aniversario del muerte del General San Martín. Pero no hay que llamarse a engaños sobre la magnitud de su triunfo: en un gobierno con el nivel de confrontación interna y de volatilidad política de sus integrantes, lo que hoy puede ser interpretado como un triunfo puede convertirse mañana en la clave de una caída.