La confirmación de la supresión de las PASO en Nación y en la CABA plantea a la UxP bonaerense la necesidad de definir el conflicto que viene planteándose desde hace tiempo, y que fue postergado hasta la sanción de la norma general. Ya en 2024 el Frente Renovador presentó un proyecto para eliminarlas en la provincia, y no hace mucho tiempo también el PRO hizo lo propio. Quienes respaldan a Axel Kicillof, y el propio gobernador, coinciden con estas propuestas, y sólo Cristina Fernández y la Cámpora insisten en su insistencia por mantener su vigencia. Esto plantea el riesgo de una profunda fractura interna, con consecuencias electorales determinantes, por lo que todos los espacios involucrados imaginan cuáles son las alternativas que se les abren para tratar de solucionar el atolladero.
La posición de Cristina es clara: quiere simultaneidad de los procesos electorales en nación y provincia para mantener el influjo determinante de su dedo en la definición de las candidaturas, aunque las elecciones se realicen en urnas separadas. Para el kicillofismo, en cambio, la supresión de las PASO y la disociación de los comicios resultan esenciales para librarse del influjo de la Jefa, con una doble finalidad: para los intendentes implicaría ganar autonomía en el manejo de sus distritos, apropiándose de la lapicera; para el gobernador, la posibilidad de ir construyendo un espacio propio, en el marco de la construcción de su candidatura presidencial para 2027.
Todos coinciden, sin embargo, en la necesidad de mantener mínimos acuerdos para garantizar la unidad de cara a los comicios, ya que cualquier otra solución resultaría suicida.
Debido a las opiniones expresadas desde los distintos espacios políticos provinciales, sería prácticamente imposible evitar la supresión de las PASO en la provincia de Buenos Aires, lo que casi seguramente tendría como complemento la disociación de las elecciones. El problema que se le plantea a UxP, en este escenario, consiste en definir los mecanismos de selección de los candidatos provinciales y municipales, evitando la ruptura.
Pero no se trata de una tarea sencilla. No sólo por las profundas diferencias internas dentro de la coalición oficialista, sino también por el desafío que significaría para la provincia tener que organizar y financiar por primera vez estos comicios.
Una primera alternativa a evaluar consiste en la realización de una interna partidaria para los cargos provinciales, acompañada de otras tantas para cada uno de los municipios. Esta alternativa chocaría con la oposición del cristinismo, que no está dispuesto a que la lapicera que manejaba con exclusividad se multiplique en otras tantas en cada uno de los distritos. Además, sabido es que la realización de una competencia interna en el pan peronismo deja demasiados rencores, que luego se traducen en la fuga de votos y el establecimiento de acuerdos políticos de los derrotados con otros espacios políticos.
Una alternativa posible que evalúa la gestión provincial consiste en desempolvar las listas colectoras que Mauricio Macri eliminó en 2019, para lo que bastaría con un decreto del gobernador. Esta norma sólo podría aplicarse a las elecciones municipales, y allí se les plantea un dilema a los intendentes, que ya no dispondrían de la lapicera para definir la totalidad de la composición de las listas, ya que cada opción que supere el 8,33% de los sufragios obtendría concejales propios. Pero aquí la alternativa es que aquellos que no terminen cerrando con los alcaldes podrían competir por afuera, con listas vecinales, o bien establecer acuerdos con la oposición, por lo que es una opción que no puede descartarse ni adoptarse sin más.
Otra posibilidad consiste en llegar a acuerdos entre los distintos actores para negociar la composición de listas. Pero el problema aquí radica en los criterios en base a los cuales tendría lugar este reparto de lugares. El cristinismo querrá imponer su hegemonía y el gobernador no puede recular, si no quiere ver afectada su gobernabilidad en la segunda mitad de su mandato, ni ver deshecha su candidatura presidencial para 2027. Para los intendentes significaría tener que negociar con Máximo Kirchner y la Cámpora lugares en sus distritos, algo a lo que se niegan de plano. Por esta razón, esta alternativa debería superar un árido camino de objeciones y confrontaciones internas que, seguramente, afectarían la contundencia del acuerdo en caso de que llegara a alcanzarse.
La última opción posible es la fragmentación. En este escenario cada cual se presentaría con sus propias listas y las elecciones provinciales se convertirían en una especie de PASO anticipadas para los comicios de 2027. Sería esta la mejor herramienta para evaluar el peso real en la interna de cada uno de los espacios que aún comparten UxP, pero al costo de perder las elecciones provinciales a manos de la oposición. Por esta razón no se trata de una alternativa atractiva, pero de ninguna manera resulta posible descartarla en vista de la virulencia de la interna.
Hasta ahora el gobernador Kicillof ha conseguido procrastinar una definición a la espera de una definición en el Congreso Nacional. Una vez producida, deberá tomar una decisión política, algo que, como es sabido, es algo que no le resulta sencillo, habida cuenta de su estilo timorato y su escasa capacidad de negociación. Pero ya no podrá evitarlo.
Sin PASO. Llegó la hora de resolver la interna de UxP
