El día después del cierre de lista resultó espantoso para JxC. En la provincia de Formosa, Gildo Insfrán se impuso con el 73% de los votos, con 60 puntos de diferencia sobre el candidato de la coalición opositora, que apenas sumó 12%. El otro 10% de los votos opositores tradicionales se los llevó el referente de Javier Miliei. En la práctica, la oposición se rompió y el histórico caudillo peronista plebiscitó una vez más su extensa gestión, habilitándole un nuevo mandato que le permitirá completar 30 años en la gobernación.
En Córdoba las cosas no les fueron mejor, sobre todo al sector de los “halcones”, con lo que hasta ahora es una apretada derrota de Luis Juez a manos del delfín de Juan Schiaretti, Martín Llaryola, en una cerrada elección. Ya comenzó la andanada de críticas del sector de Patricia Bullrich, que le echará en cara al alcalde porteño Rodríguez Larreta su intento de incorporarlo a JxC apenas unos días atrás.
El Jefe de Gobierno porteño, por su parte, lamentará que le hayan invalidado esa movida, ya que Schiaretti mantiene su candidatura presidencial y con ella se le escurrirá un 5% de votos nacionales en las PASO y en la elección general, y sólo podría recuperarlos en un eventual ballotage, siempre y cuando se imponga en la interna.
Si la que gana es Bullrich, en cambio, probablemente el peronismo cordobés se alinee en el ballotage con Sergio Massa. El veto impuesto por los “halcones” a la inclusión de Schiaretti podría convertírsele en un boomerang en esa situación.
No hubo otras sorpresas en la elección cordobesa. Los referentes de Milei apenas superando los 2 puntos, aunque -al cierre de esta redacción- conseguían superar a la devaluada Cámpora, que con su estrategia de “purismo” terminó suicidándose en la provincia.
Para quienes insistían en la necesidad de mantener la candidatura presidencial de “Wado” de Pedro y definir una fórmula y un programa “cristinista”, la elección cordobesa debe llamarlos a razonar.
La política tiene un entramado mucho más complejo de lo deseado para el faccionalismo doctrinario. La Cámpora empieza a advertirlo cuando sus dirigentes ya dejaron de ser pibes.