Si bien Sergio Massa reconoció muy temprano su derrota, el discurso de Javier Milei se hizo esperar un buen rato. En parte porque no están definidos los términos de la alianza con el macrismo. En parte porque el nuevo presidente no quiere caer en apresuramientos que terminen obligándolo a entregarse de pies y manos al ex presidente, al carecer de suficiente cantidad de cuadros propios para emprender su gestión.
Por esta razón, Milei se limitó a formular algunas precisiones generales, como que “Hoy se termina el Estado omnipresente”, “Hoy volvemos a abrazar las ideas de Alberdi”, “Basta del modelo empobrecedor de la casta” y que “No hay lugar para el gradualismo”.
Pero también –y esto resulta determinante- abrió el libro de pases, al anunciar que “Todos los que quieran sumarse serán bienvenidos”. Milei tiene en claro que necesita incrementar su capital político para contrarrestar el embate de Mauricio Macri y de Victoria Villarruel sobre su capacidad de gobierno. De ahí el mensaje al gobierno: “Que se hagan cargo hasta el final de su mandato”. Sabe que, si tuviera que asumir antes de tiempo, no tendría equipos y caería bajo la influencia de sus aliados con estructura.
El próximo presidente trató de ser terminante al adelantar que “No hay lugar para el gradualismo”, que va a haber “cambios drásticos“ y que «Vamos a ser implacables con los que se resistan», como táctica para tratar de marcar una cancha que, hasta ahora, aparece bastante embarrada para hacer pie. Necesita desesperadamente ganar tiempo para que no se devalúe su autoridad antes de asumir.
A diferencia de lo que marca el protocolo de los vencedores, no hizo mención a la fuerza contra la que había competido. Simplemente se limitó a agradecer especialmente a su hermana, Karina, y a Santiago Caputo, a quien sindicó como el cerebro de la estrategia que le llevó a la victoria. También hubo un reconocimiento, menos enfático, para Macri y Bullrich.
Inmediatamente circularon los rumores –aún no confirmados- de que Sergio Massa tomaría una licencia por los días que quedan de gestión para favorecer la transición. Sería lo adecuado, ya que debido al margen de diferencia en los cómputos finales se le dificultaría enormemente controlar el timón del barco en medio de las presiones que se desatarán en los próximos días. Debería preservarse y dejar que se hagan cargo Alberto y Cristina, a quienes el pueblo eligió en 2019 para hacerse cargo del gobierno hasta el 10 de diciembre de este año.
Los trascendidos dan casi por sentado que esa transición quedará a cargo de Raúl Rigo y del presidente del Banco Central, Miguel Pesce, dos irrompibles con habilidad para adaptarse a los cambios en los vientos.
Se vienen jornadas de definiciones profundas. La primera de todas es que, si bien ganó Milei, ¿podrá gobernar?
Aquí se abre un abanico de hipótesis que comenzarán a definirse con cierta inmediatez. Por lo pronto, el dólar cripto pegó un salto significativo en la jornada de hoy, y nada autoriza a pensar que no suceda lo mismo con el resto de las divisas que cotizan en nuestro mercado.
También queda por definir como se define el nuevo mapa político, con ambas coaliciones que supieron ser mayoritarias ahora estalladas. ¿Se vendrá un nuevo espacio político de centro-derecha similar al Partido Popular español? ¿Qué papel asumirán el Frente Renovador y el peronismo no cristinista? Finalmente, el cristiinsimo salió fortalecido, aunque reducido en su dimensión: con un Axel en la provincia que no podrá resistir simultáneamente los embates del nuevo Gobierno Nacional, de la Cámpora y de la ex presidenta, deberá deponer su rebeldía; y un control significativo de las bancas legislativas obtenidas por UxP y doce municipios bonaerenses propios. En este contexto, ¿Cristina mantendrá su viaje a Italia? Después de llamarse a silencio durante algún tiempo, nuevamente su figura podrá retornar como la marea.
El pueblo se expresó en favor de un cambio, aunque ese cambio aún no tenga definición clara pero sí un sentido bastante definido. Por ahora, todo es incertidumbre, pero al menos la agobiante ansiedad electoral que nos embargó a todos los argentinos llegó a su fin. Ahora comienza otra etapa de ansiedad y redefiniciones políticas en el marco de la transición, sobre el rumbo y liderazgo del próximo gobierno. Quienes creyeron que las cosas se apaciguarían advertirán muy pronto que acabamos de ingresar en un nuevo torbellino. No hay cambio posible sin conmoción de los cimientos.
Hoy se abrió una nueva etapa para la Argentina. Pronto pasaremos de las conjeturas a los datos crudos y duros de la realidad.