• 25/07/2024 18:42

¿Chau Alberto? La Mesa Chica del PJ lo quiere afuera de la presidencia del Partido

Feb 24, 2024

Bastó con que el ex presidente Alberto Fernández anunciara su retorno al país para que se activaran los anticuerpos del PJ para implementar su destitución como presidente partidario. En una reunión de la Mesa Chica partidaria sostenida en la sede de la calle Matheu, de la que participaron entre otros Axel Kicillof, Gildo Insfrán, Juan Manzur, Eduardo «Wado» de Pedro, Cristina Álvarez Rodríguez, Santiago Cafiero y José Luis Gioja, se decidió solicitarle la renuncia inmediata. La solicitud de que dé un paso al costado se implementará a través del Congreso Nacional partidario, conducido por el formoseño Gildo Insfrán.
El ex Presidente de la Nación viajó a España tras transferirle la banda presidencial a Javier Milei, España tras dejar la presidencia, y había anunciado que daría clases en una universidad. Sin embargo, ese proyecto no se concretó. Descartado por los españoles, decidió retornar a la Argentina –lo que finalmente concretó este viernes, cuando arribó a las 6 am Ezeiza-, dispuesto a retomar su cargo en el PJ. Incluso había dejado trascender que convocaría inmediatamente al partido.
Pero el PJ se le anticipó, y lo que fue en principio una movida impulsada por varios gobernadores terminó con una reunión de la Mesa Chica partidaria, que dispuso despojarlo de otras de las responsabilidades que asumió pero que nunca ejerció seriamente, para reemplazarlo por una Comisión de Acción Política.
Dentro del PJ se barajan dos alternativas para implementar tras su destitución. La minoritaria, que reclama la convocatoria inmediata a elecciones con voto directo de los afiliados, buscando así dar a la sociedad una clara señal de que «Se acabó el dedazo» y que se está dispuesto a democratizar el partido y afrontar un proceso de renovación de la dirigencia. Sin embargo, la mayoría se inclina por la conformación de una Comisión de Acción Política que se encargue de conducir al PJ durante su proceso de normalización. Esta segunda opción permitiría conservar las mayoría de los lugares de la organización a quienes ya los ejercen, y se complementaría con la inclusión en esa Mesa de Conducción de dirigentes del Frente Renovador de Sergio Massa; del gobernador de Santiago del Estero, el radical Gerardo Zamora; y una participación más significativa de la CGT.
El detonante fue la confirmación de «Alberto llega el viernes y pretende convocar al PJ para la semana que viene. Llega el viernes a la mañana y dice que va a sacar la convocatoria el viernes por la tarde».
Desde el mes de noviembre pasado los gobernadores se oponen a convalidar nuevamente un modelo de conducción unipersonal, para reemplazarlo por una estructura de decisiones horizontal. Pero el retorno de Alberto no fue el único detonante. El otro factor que aceleró la decisión de desplazarlo fue la carta de 33 páginas de Cristina Fernández, en la que no sólo dejó en claro que está muy lejos del retiro político, sino que además pretende retomar la conducción del espacio a través de La Cámpora. Para nadie pasó por alto el hecho de que, junto con las críticas a las políticas del gobierno actual dio claras señales de estar dispuesta a la negociación, resignando cuestiones que afectan directamente los intereses de sectores claves del peronismo, como la legislación laboral, la conversión de las empresas estatales en sociedades anónimas y las inversiones extranjeras.
«La carta de Cristina es una alerta para los dirigentes peronistas que pensaban que ella se iría a El Calafate», dejó trascender un senador peronista próximo a la ex presidenta. Un experimentado dirigente del Norte Argentino sostuvo, por su parte, que la opción que se abre es clara: «O los del Instituto Patria entran al peronismo o el peronismo define el rumbo sin el Instituto Patria».
Nadie confía en Alberto Fernández. Más aún, es una opinión unánime la que lo considera como un salvavidas de plomo para cualquier intento de reconciliación entre el peronismo y los sectores sociales que tomaron distancia en los últimos años. En síntesis: no lo quien en España ni, mucho menos, en la Argentina. El ex presidente no está en condiciones de reprochar nada: sólo cosecha lo que sembró.